EL OFICIO DE EDUCAR

¿Qué es lo que hace una buena escuela?, se preguntó un número de Time de fines de octubre (1997) cuya lectura me reservé para algún momento propicio

¿Qué es lo que hace una buena escuela?, se preguntó un número de Time de fines de octubre (1997) cuya lectura me reservé para algún momento propicio. Este último fin de semana me escapé de la política, como suelo hacer de vez en cuando, y me di tiempo de lectura. La pregunta que enuncia ese artículo me ha obsesionado a lo largo de mi vida. Fue esa pregunta la que me llevo a leer a Rousseau y, más tarde, a Tolstoi. Y solo añado que ahora lamento de veras no disponer del tiempo en abundancia que tenía de muchacho, para poder releerlos a gusto, con la gratuidad y despreocupación con las que devoré algún día la Memorias de ese otro gran educador que fue José Vasconcelos.

Enseñar a aprender es, probablemente, la esencia de oficio de educar. En una época como la nuestra, cuando se hacen cada día más notorias las distancias de opciones que separan a los sectores más favorecidos de los menos favorecidos de la sociedad, en todas partes del mundo, el desafío de educar se vuelve primordial. Sólo que los recursos dedicados a la educación están lejos de ser los deseables y, aun en las sociedades prósperas, diseñar métodos para enseñar más, aun con los escasos recursos disponibles, se ha vuelto la ocupación y la preocupación de los maestros que enfrentan, concretamente, el desafío cotidiano.       

En el número de la revista Time al que hacía yo mención, apareció un artículo que alude a este tema, titulado “Enseñar bien a nuestros hijos: podemos hacerlo”. El artículo recoge la experiencia de tres escuelas de enseñanza media en tres ciudades muy diversas de los Estado Unidos. Como metáfora de lo que allí se está intentando, se describe un programa de educación ecológica que se realiza en una de ellas: la Olson Middle School de Minneapolis. Los alumnos hacen con las mariposas lo que sus maestros están intentando hacer con ellos: guiarlos con el máximo cuidado en un procesos que acabará por convertir a los gusanos en crisálidas, capaces de alzar el vuelo hacia el santuario mexicano para emprender luego el de regreso –es decir, para cumplir su destino vital. El día en que las 30 mariposas fueron liberadas para iniciar su periplo, los niños se preguntaban cuántas podrían llegar a México y cuánto tiempo les llevaría. Estaban comprometidos con el proyecto, que les importaba vitalmente, lo mismo que sus maestros estaban comprometidos con el proyecto de hacerlos salir a ellos del capullo para echarlos a volar por el mundo.

Con maestros que trabajan más de lo aconsejable para poder rendir buenos resultados, generalmente por estar mal pagados y tener que buscar un trabajo extra para sobrevivir, y escuelas sobrepobladas y subfinanciadas, la atención se ha dirigido a procurar reducir el tamaño de los grupos escolares, obligar a los alumnos a usar uniforme y aplicar exámenes de rendimiento que suelen interferir con el proceso de aprendizaje sin que contribuyan mucho a mejorarlo. Dentro de ese panorama, empiezan a destacar escuelas que aspiran a algo más que a dar una buena impresión desde afuera o a que sus alumnos aprueben exámenes de admisión en colegios de enseñanza superior. Esas escuelas, guiadas por maestros con auténtica vocación, se proponen formar a sus muchachos y muchachas para el mundo.

                          

En Olson, aparte del programa de las mariposas Monarcas, los maestros se han organizado por equipos, para inducir a los estudiantes a aprender por sí mismos, es decir, a pensar y desarrollar la curiosidad y la iniciativa. Luciendo unas vistosas camisetas que los identifican como dreammakers (“hacedores de sueño”), los maestros son auténticos “tutores” que establecen una estrecha relación con sus discípulos. Olson es una de las escuelas medias más pobres de Minneapolis. La composición étnica de los alumnos es plural: de todos los orígenes y de todos los colores. (Publicado originalmente en El Universal, este texto fue recogido en el libro “Puntos de Referencia”, editado por el Fondo de Cultura Económica. Reproducimos un fragmento en homenaje al político e intelectual fallecido el 6 de septiembre de 2021)