EL OFICIO DE EDUCAR

¿Qué es lo que hace una buena escuela?, reflexiona el autor

¿Qué es lo que hace una buena escuela?, reflexiona el autor. En la primera parte ofrecimos una revisión que González Pedrero hizo de un reporte sobre las experiencias en algunas escuelas estadounidenses. Esta es la continuación de su texto luego de haberse referido a una práctica en un colegio de Minneapolis, EEUU:

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En otra escuela de Los Altos, California, con una composición étnica todavía más heterogénea y de sectores pobres, se han cambiado los esquemas estructurales, creando “escuelas dentro de la escuela”, con directores de aprendizaje que coordinan a profesores en constante capacitación, a través de seminarios y talleres. La directora ha conseguido recursos para pagar a ocho estudiantes universitarios que monitorean a 50 alumnos considerados “de riesgo”.

En la secundaria de Central Park East (Harlem), en Nueva York, se desarrolla un verdadero mosaico de actividades e investigaciones, en torno a las humanidades y las matemáticas. Se estimula a leer mucho más que los libros de texto y se les crea a los alumnos un hábito de estudio que empieza con el ejercicio de explorarse a sí mismos para encontrar respuestas. La meta no es el aprendizaje mecánico sino la creación de hábitos propicios a la curiosidad intelectual. Diseñar programas que no se limiten a los horarios de clase; familiarizar a los estudiantes con la aventura de la informática, abriéndoles las paredes de la escuela; procurar una mayor interacción con los alumnos en grupos escolares pequeños; apoyar la capacitación ininterrumpida de los profesores: todo ellos favorece una renovación del arte de educar que no consiste, por cierto, en dar recetas ni en ofrecer todas las respuestas ya digeridas sino, al contrario, en proporcionar los instrumentos para que los niños y los jóvenes encuentren por sí mismos las respuestas.

Ahora bien, ¿acaso ha hecho falta para este experimento grandes cantidades de dinero, expertos laureados, o niños seleccionados según criterios bien reflexionados para que las cosas salieran a pedir de boca?

De ninguna manera. Simplemente se necesitó la conjunción de una serie de verdades bien conocidas con las que la revista (Time) comienza su interesante artículo: una buena escuela es una comunidad de padres, profesores y estudiantes; asimismo, un buen plantel –como una buena clase- es el comienzo de una travesía con alguien que tiene visión, pasión y compasión. Igualmente, una escuela necesita de maestros que gocen con el desafío de su oficio sin importar edad o experiencias.

A fin de cuentas, de los que se trata es de formar alumnos, no tanto para los exámenes de admisión al grado siguiente, sino para la vida. Porque, en verdad, el oficio de educar es el oficio de enseñar a vivir. Ni más ni menos.   (Publicado originalmente en El Universal, este texto fue recogido en el libro “Puntos de Referencia”, editado por el Fondo de Cultura Económica. Se reproduce en homenaje al político e intelectual fallecido el 6 de septiembre de 2021)