OPINIÓN

El Circuito de Guelatao: anécdotas y tragedias (II)
04/06/2022

Esta singular pareja, solían salir por las tardes bien elegantes y perfumados hacia el centro de la ciudad

En una ocasión anterior mencioné a algunos personajes que marcaron la historia del Circuito Guelatao, zona tradicional de Villahermosa.  Casi enfrente de la segunda entrada al Circuito de Guelatao, sobre la prolongación de Zaragoza, vivía un personaje a quien llamaban don Trino Pollo, se dedicaba a la tapicería; tenía unas hijas gemelas. Las dos muchachas muy agradables. Alrededor de unos doscientos metros o algo más sobre la bajada, justo en la cuchilla entre la prolongación y Narciso Mendoza, se cambió a vivir doña Concha, al poco tiempo de haberse mudado al barrio la comenzaron a identificar como la Kalimana; a través de los ventanales de cristal que daban a la calle, se veía cuando salía del baño con la cabellera envuelta en una toalla blanca, en algunas ocasiones abría su puerta, se asomaba a la calle, todos la miraban con su turbante.   

Por aquellos entonces había un superhéroe que todo mundo escuchaba, las familias y los muchachos se acomodaban en sus asientos a un lado de la radio; la voz del narrador escapaba con fuerza. Era amable, les provocaba placer y emociones a los radioescuchas cuando decía: “Caballero con los hombres, galante con las mujeres, tierno con los niños, implacable con los malvados, así es, ¡Kaaaliimán!, el hombre increíble”. Un personaje que se conoció antes de que en México se viera la televisión. Usaba un turbante hindú, propio de un príncipe de la India. Se hacía acompañar de su fiel amigo Solín. Ahí fue donde se fijó la plebe para dar el sobrenombre a esta señora; desde que don Trino Pollo la conoció, quedo prendido de ella, al grado que un tiempo después se cambió a vivir a su casa.

Esta singular pareja, solían salir por las tardes bien elegantes y perfumados hacia el centro de la ciudad. Él acostumbraba vestir con camisas sport y pantalones de pliegues abombados en la cintura y entubados hacia los tobillos. A la moda de entonces. Ella, con vestidos estampados o colores atractivos, arreglaba bien su abundante cabellera; siempre con una sonrisa dibujada en el rostro. Caminaban por las calles céntricas de Villahermosa llenas de almacenes. Luego se dirigían a la sala del cine Sheba, donde se proyectaron importantes estrenos de películas de la época, hoy un edificio abandonado y enclavado en frente del Malecón Carlos A Madrazo. Ahí recuerdo haber visto en diversas ocasiones largas filas de cinéfilos acudir a los estrenos de películas de Capulina o el mismísimo Kalimán cuando fue llevado a las pantallas por su enorme éxito.

El Mello, otro personaje del mismo barrio, trabajaba en esa sala como conserje. En cierta ocasión nos contó que le encomendaron seguir a Trino Pollo dentro de la sala para ver donde se sentaba; así lo hizo. Cuando don Trino, que era uno de los clientes del cine llegaba, se le recibía con cortesía por el boletero. Era el tapicero de la empresa, le obsequiaba en algunas ocasiones pases de acceso, cuando terminó la función y éste abandonó la sala. El Mello fue al lugar que ocupara con su pareja. Algo debieron sospechar que lo vigilaron… y pues sí, encontraron roto el tapiz del asiento que había ocupado. Estaba cortado con una filosa navaja. A él le cayó la culpa. El Mello se reía y nos dijo: hasta ahí se le acabaron a Trino Pollo sus frecuentes llegadas al cine Sheba.

Otros personajes que vivíamos en la entrada de la bajada, enfrente de la casa de doña Concha, fueron el Flaco, el Zanate, los Barrilitos, Rosa y su hermana Inés, Bibí el Zurdito, Adriana, Conchita, El Gato, El Verdugo, El Sapo Macho, Doña Mireya -una señora de un florido lenguaje esposa de don Coco Nito-, Denia, Doña Chica -la mamá del Chato-, doña Lola -la mamá de Irene y Betty-; El Queso, El Cachete, El Maestro, El macizo. Y un muchacho peludo que nunca lo vimos usar siquiera unas chanclas, lo conocían como el Águila Descalza, hijo de la matriarca doña Mila, una viejecita que acumulaba una familia con varios de sus hijos, todos arrinconados en una casita improvisada dentro de un terreno mayor a la casa. Eran los pobres de los pobres en el barrio. No olviden hacernos llegar sus anécdotas y comentarios a: (ernesto_hdezr@hotmail.com.mx)



MÁS CONTENIDO DEL AUTOR


DEJA UN COMENTARIO