El COVID-19, las políticas para su mitigación: ¿se pudieron evitar los contagios?

El COVID-19, las políticas para su mitigación: ¿se pudieron evitar los contagios?

En la sociedad son muchos los distractores que llevan a que los temas de interés vayan cambiando rápidamente en el imaginario colectivo, más cuando el Estado o ciertos poderes fácticos tienen un repertorio de medios para ir marcando la prioridad en la medida de sus intereses. A diferencia de otros acontecimientos, el COVID-19 es por su particularidad e impacto dentro de la economía y la salud, un tema que llegó para estar durante largo rato dentro de la preocupación del gobierno y la sociedad. Lo grave del caso, fuera del impacto económico que nos traerá o que ya está en puerta, es su letalidad que no respeta clase social ni edad. Hasta el uno de junio ya llevaba más de 6 millones de infectados en el mundo y más de 90 mil casos de infectados en México, con arriba de 9 mil fallecidos. 

Muchas preguntas surgen. ¿Se pudo haber evitado la propagación del virus?, ¿el gobierno pudo hacer más de lo que ha hecho hasta el momento?

Responder a eso nos lleva a hacer un recuento desde el inicio de la pandemia y las medidas ejecutadas.

Lo ocurrido desde que empezaron los contagios demuestra que no estuvimos preparados para una contingencia de este tipo. Meses antes, desde su inicio en diciembre de 2019 en China, ya se esparcía el rumor de la capacidad de contagio del virus y su probable expansión por todo el mundo. En México por muchos factores, culturales, políticos y económicos, nos tardamos en llevar a la práctica medidas para impedir su ingreso (cosa no fácil, por la porosidad de las fronteras donde cualquier infectado pudo ingresar, aunque muchos lo hicieron por vía aérea). No obstante, hay que reconocer que el sistema se preparó para limitar y pausar el número de contagios, al grado que no provocara un colapso en el sistema de salud, y lo hemos logrado. 

Esta debilidad en la capacidad de respuesta no fue exclusiva de México. La mayoría de países europeos que gozan de una mayor estabilidad económica y con políticas de salud sólidas tampoco prepararon un plan estratégico para su contención. El número de contagios hoy muestra que organismos como la OMS tampoco propusieron a tiempo un protocolo de acción universal efectivo para enfrentar esta pandemia: la política económica internacional y la geopolítica lo limitaron. Respecto a la OMS, podemos decir que falló como organismo encargado de vigilar la evolución y propagación de enfermedades infecciosas como este virus.  Sus científicos hasta la fecha tienen poca información del COVID-19, demostrando la fragilidad del conocimiento científico en el ramo de la bioquímica y en específico, de la virología. 

RECOMPONER LA SANIDAD

Regresando al caso de México, ¿por qué no se pudo atacar con mayor severidad y rapidez la pandemia? En primer lugar, por ser un país que apenas empieza a recomponer su sistema hospitalario y de salud, producto del desmantelamiento ocasionado por los altos niveles de corrupción de la clase gobernante saliente. Esto implicó que no se contara con protocolos de acción para este caso, aun cuando ya habíamos experimentado algo similar, con menor magnitud, en abril de 2009 cuando fuimos epicentro del virus AH1N1. Ejemplo de esta debilidad en la materia, es que inicialmente la misma clase gobernante y el personal de salud no tuvieron la cultura necesaria para aplicar medidas sanitarias para ellos mismos, al grado que muchos se infectaron. Hoy el aprendizaje en el campo experimental de la crisis, es lo que nos está dotando del conocimiento práctico y científico para enfrentar esta pandemia, aunque en ello vaya implícito el perder muchas vidas. 

Otra de las debilidades que ha tenido México para enfrentar esta crisis es su frágil Estado de Derecho. Las medidas legales y de facto que se aplicaron han ido funcionando lentamente en una sociedad donde no existe la cultura de la observancia de la ley y la confianza en las instituciones. Muchas personas hasta la fecha, sólo hasta que experimentaron el contagio empezaron a hacer caso de las medidas propuestas. De ahí que la aplicación de la sana distancia no se acatara a plenitud y estados como Tabasco y Veracruz, entre otros, donde apenas empiezan a recomponerse los mecanismos institucionales y sociales, debilitados desde sexenios anteriores, presenten más contagios y fallecidos rebasando los pronósticos elaborados por los matemáticos. 

¿Pudimos evitar los contagios? Las experiencias de países económicamente fuertes o con culturas socialmente más avanzadas o donde se aplicaron medidas rápidas y drásticas indican que no se puede mantener el número en ceros, pero que sí se puede mantener controlado en bajas cantidades. Un ejemplo de esto es Singapur considerado por epidemiólogos de Harvard como el “modelo de referencia de detección casi perfecta del COVID-19.” 

Este país a diferencia de México y la mayoría de los países de Latinoamérica, cuenta con un Estado de derecho fuerte, y una economía estable, la cual invierte el 4.9 por ciento del PIB en salud, manteniendo en condiciones óptimas este sector. En esta nación de 5 millones de habitantes, se implementaron una serie de acciones de prevención desde antes de que el COVID-19 empezara a propagarse dentro de su población. Aplicó estrictas restricciones de viaje y una operación eficiente de rastreo de contagios, que implica seguir la cadena del virus de una persona a otra, permitiendo así, identificar y aislar a individuos potencialmente portadores del virus, evitando así su propagación. Con un Estado fuerte estableció medidas legales con sanciones económicas y carcelarias a quienes no acataran las normas propuestas. Su población culturalmente disciplinada y apegada a las reglas establecidas por autoridades responsables, acató las medidas tomadas. Por ello, aun cuando no se paralizó de entrada el sistema económico, las acciones de sana distancia fueron aplicadas de manera eficiente para mantener el número de contagios en porcentajes menores. En términos generales, su política ha sido exitosa.

El ejemplo de este país, radica en mostrar que las medidas tomadas son importantes a la hora de los resultados, así como la capacidad de los gobernantes para aplicarlas de forma racional apegadas a un marco legal que respete los derechos humanos, y a la vez, se ciña a políticas que tomen en cuenta la perspectiva cultural de su sociedad y el nivel de confianza de ésta en sus autoridades. La finalidad de una política como las mencionadas es a fin de cuentas que se acaten las medidas establecidas y que se consolide una cultura de la prevención dentro de la población. Este virus seguirá dentro la sociedad y hay que saber convivir con él. 

Por lo pronto, “Quedémonos en Casa quienes podamos y todos tomemos las medidas necesarias para evitar contagiarnos”.  (Sociólogo y candidato a Dr. en Historia y Estudios Regionales, así como profesor investigador de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco).