El COVID-19 no es cosa de pobres ni de ricos
03/06/2020
Nunca imaginé que un día me mantendría alejada del resto de la gente, que aquello que aprendí por educación familiar, de saludar a las personas con un apretón de manos y besos a mis padres, lo dejaría de hacer por medida de seguridad para no contraer el virus que hoy está tomando las vidas de las personas. Con esta pandemia gana el planeta porque contaminamos menos, pierde la sociedad porque nos alejamos los unos de los otros, todo por la sana distancia.
En estos momentos, México y el mundo entero se encuentran padeciendo la pandemia denominada: COVID-19 que se originó en Wuhan, China, a finales de diciembre del 2019. Sí, ésta que hasta el 24 de mayo había contagiado a 5 millones de personas y terminado con la vida de más de 300 mil personas en el mundo.
En este contexto, los gobiernos de los países en el orbe mundial han tenido que tomar decisiones de prevención y contención para evitar la transmisión del COVID-19. Cada uno ha actuado desde su propia perspectiva y circunstancia de seguridad y economía. España, Italia, Francia, EE.UU, Brasil y México son las naciones que han tenido mayores índices de contagio. Inicialmente muchos tardaron en aplicar medidas drásticas. Los europeos y asiáticos pensaron en los derechos humanos y en lo económico; en América Latina se dio prioridad a la economía y en el cuidado del liderazgo de los gobernantes. Países como Corea del Sur y Nueva Zelanda han extremado precauciones y se han responsabilizado de su población, gracias a que disponen de tecnologías y servicios de hospitalización de calidad; aparte, debido a que son países que cuentan con niveles de vida satisfactorios para sus ciudadanos. En cuanto a Estados Unidos, éste a pesar de contar con servicios de salud de calidad, se ha visto rebasado en muertes y contagios, lo mismo que Brasil. Países latinoamericanos como Honduras, Perú, Argentina, Chile, Colombia, El Salvador, Paraguay, Venezuela cerraron sus fronteras desde marzo, y, por ende, en estos países no está el epicentro de contagios.
En México, con un gobierno que cuida en no repetir las historias de autoritarismo, iniciamos con lentitud y cautela. Así, los índices de contagios fueron marcando la pauta de las medidas sanitarias. Hoy las medidas de prevención y de distanciamiento social están siendo aplicadas en todas partes. Sin embargo, no ha sido del agrado de todos; para unos debieron cerrarse las fronteras desde antes de los contagios, para otros éstas han sido un poco lentas, pero efectivas. El hecho es que el virus se sigue esparciendo en todo el territorio mexicano; para él, no hay distinción de clase social, status económico, edad, raza, color de piel, etc.
En los estados subnacionales se emprendieron acciones siguiéndose los lineamientos federales y en ocasiones siendo más drásticos, incomunicando a las comunidades o siendo severos con la movilidad. En todos lados se ha mandado al confinamiento a sus trabajadores y trabajadoras. Los centros comerciales, centrales de abasto, han limitado los horarios y se ha puesto una serie de reglas para acceder a hacer compras, lo mismo que para negocios de comidas rápidas. Las actividades de índole académica han tenido que cancelarse y llevar el trabajo escolar a casa por vía televisiva para el nivel preescolar a medio superior, para el nivel superior y de posgrado se han utilizado las tecnologías de información a través de plataformas de comunicación entre estudiantes y profesores; en cuanto a las actividades sociales se han suspendido diversos eventos como festejos (desde fiestas infantiles, bodas, reuniones familiares), conciertos, cine, teatro, cultos religiosos, velorios y sepelios
Por lo anterior, de todas estas acciones que se han implementado, la pregunta obligada es: ¿por qué en estados como Tabasco el número de contagios ha ido en aumento ocupando una de las posiciones de entidades con más enfermos después de la Ciudad de México y el Estado de México? ¿Quién es culpable, el gobierno o la gente? esa es la pregunta que todos nos hacemos.
EN BUSCA DE RAZONES
Para unos la necedad de la gente producto de sus pocos niveles educativos es la causante de no seguir la regla de sana distancia y protección. Para otros el tema es religioso, ya que consideran que el único protector es el Dios en el que creen, otros atribuyen que el problema es la falta de liderazgo de quienes gobiernan, lo que provoca no hacer caso de sus medidas. Muchos por la necesidad económica se ven obligados a salir en busca del sustento de cada día. Diversas son las explicaciones, el caso es que en Tabasco el porcentaje de muertes rebasan las estadísticas pronosticadas por los expertos en números y no sólo los ignorantes o pobres son los contagiados y fallecidos. No se nos olvide que los primeros infectados se dieron en la clase social más alta, y siguen muriendo personas de todos los niveles sociales; hace poco fallecieron profesionales de la medicina y a unos se les culpa de haber realizado un festejo en tiempos de pandemia.
En plena pandemia es poco lo que los investigadores o estudiosos podemos hacer para analizar con datos estadísticos confiables las circunstancias y condiciones de los contagiados, ya que el sector salud es el único que maneja esa información por ahora. Por lo tanto, esperamos tener más adelante esos datos, ya que será relevante categorizar a las personas contagiadas y fallecidas en diferentes aspectos: los que se cuidaron y se contagiaron, los que trabajaban por necesidad y los que adquirieron el virus por irresponsables al no seguir las reglas sanitarias.
En espera de ello, queda decir: no permitamos que el COVID-19 destruya las redes de apoyo construidas por años al interior de las familias. Que no nos deshumanicemos con la sana distancia y apoyemos a quienes les hace falta el pan de cada día: apoyemos al vecino, al amigo, al conocido, al compadre y la comadre que se quedaron sin trabajo o mantienen su negocio cerrado. Al gobierno queda decirle que hoy es cuando se requiere de un liderazgo fuerte, de voluntad política, sensibilización y concientización y que el presupuesto público debe fluir para apoyar la economía de quienes no tienen, o menos tienen, para salir adelante. Que dejemos en el pasado las políticas clientelares, hoy todos necesitan. Por lo que es necesario que la política social en México y en nuestro estado se dirija a acciones concretas para los más vulnerables. El COVID no es cosa de ricos ni de pobres, ni de izquierdas ni de derechas. Es de todos y entre todos saldremos adelante.
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