OPINIÓN

El fantasma de Don Juan: un escenario tropical
16/08/2025

El burlador de Tabasco: ecos de Tirso en tiempos de cambio


El eterno burlador, don Juan, usaba la seducción y el engaño como moneda para navegar, impune entre las fisuras de un sistema complaciente en los viejos escenarios europeos. Hoy, cruzando el tiempo y la distancia, Tabasco enfrenta resonancias inesperadas de esa misma historia bajo el manto húmedo de la selva y las lluvias que nunca cesan. La rapiña política, los favores cruzados y el olvido de la justicia, han sido durante demasiado tiempo los espectros olmecas, que han paseado a sus anchas por el espectáculo tabasqueño.

Cada sexenio, se promete un nuevo acto, un cambio de protagonista. Pero la trama sigue oscilando entre el poder que todo lo puede y el pueblo que todo lo espera. El reciente cambio de autoridad abre la puerta al anhelo público de justicia, transparencia y cambio verdadero. Sin embargo, el fantasma de Don Juan nos recuerda: no basta el relevo en el reparto si la escenografía y los guiones siguen siendo los mismos.

Tabasco necesita algo más que otro burlador envuelto en camisa fresca y discurso renovado. Requiere responsabilidad, consecuencia y memoria, el tipo de justicia inapelable que alcanzó a Don Juan al final del drama. Solo enfrentando a los verdaderos fantasmas del pasado y apostando por un pacto social nuevo, honesto y vigilante, podremos romper el ciclo. Porque aún en tierra tropical, el eco de los clásicos pesa: a grandes abusos, grandes cuentas pendientes. Y ya no estamos para más burlas.

En el burlador de Sevilla se critica la corrupción, el abuso de poder, el favoritismo político y la pérdida de valores morales, temas que siguen presentes en la vida política tabasqueña

Este comparativo literario representa a quienes se aprovechan de su posición y privilegios, traicionan la confianza social y viven a costa del daño a otros, parecidos a los clásicos del viejo régimen marcados por la rapiña y el desapego al bien común.

Muestra cómo el abuso y la falta de castigo generan impunidad; al final, se enfrentan consecuencias legales y sociales, recordando que el olvido de la ética siempre cobra factura, aún si tarda.

El ascenso de nuevos gobernantes refleja, en la historia, el eterno retorno del deseo ciudadano por justicia y renovación, pero también el riesgo de que la estructura corrupta sobreviva si solo cambian los rostros sin una verdadera transformación moral o institucional.

Tirso de Molina, cronista crítico de su época, deja claro con una advertencia que donde hay abuso de poder, hay consecuencias inevitables. Vivir sin moral ni respeto por los demás, olvido del pueblo y exceso de privilegios, tarde o temprano la verdad llama a cuentas, así sea con mano de piedra o con un voto popular.




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