El fantasma del populismo, mitos y realidades

El fantasma del populismo, mitos y realidades

Se ha dicho que ser populista en política es una amenaza. El concepto ha recorrido varias épocas, pero últimamente se detuvo en América Latina atrayendo numerosas críticas y prácticas diversas. De acuerdo a estudios históricos, el término “populismo” fue usado por primera vez a finales del siglo XIX para describir un cierto tipo de movimiento político.

El término apareció inicialmente en Rusia en 1878 como Narodnichestvo, luego traducido como “populismo” a otras lenguas europeas, para nombrar una fase del desarrollo del movimiento socialista vernáculo. El historiador Richard Pipes explicó en un estudio que ese término se utilizó para describir la ola anti-intelectualista de la década de 1870, y la creencia según la cual los militantes socialistas tenían que aprender del pueblo.

Más tarde fue usado por marxistas rusos, quienes se referían socialistas locales que pensaban que los campesinos serían los principales sujetos de la revolución.

El “populismo” apareció también como término político en los Estados Unidos luego de 1891, para referir al efímero People’s Party (Partido del Pueblo), apoyado por los granjeros pobres, de ideas progresistas y antielitistas.

Para la década de 1970 “populismo” podía aludir a tal o cual movimiento histórico en concreto, a un tipo de régimen político, a un estilo de liderazgo o a una “ideología de resentimiento” que amenazaba por todas partes a la democracia. Habrá que decir que estuvo vinculado a los movimientos nacionalistas contra las dictaduras militares; su gama ideológica fue y es muy amplia.

En la actualidad, países como Venezuela, Nicaragua, Argentina, Bolivia, Paraguay, Ecuador y Brasil son o han sido atacados por la amenaza “populista” que proyectan sobre las democracias de la región. Lo que no se duce es que la democracia está también amenazada por el brutal saqueo de los recursos nacionales.

Una de las anécdotas que se recuerda fue cuando el presidente de México, Enrique Peña Nieto criticó a los populistas frente al presidente de los Estados Unidos, en aquel entonces, Barack Obama.

“Actores políticos que asumen posiciones populistas, pretendiendo eliminar lo que ha tomado décadas construir para revertir problemas del pasado, y que esos liderazgos que recurriendo a la demagogia, venden respuestas fáciles para soluciones que enfrenta el mundo hoy”.

El expresidente norteamericano le dio a Peña una respuesta sobre tal concepto: “Cuando me presenté a las elecciones de 2008, y la razón por la que me presenté otra vez, y razón por la que incluso cuando abandone el gobierno seguiré trabajando en algún puesto en el sector público es porque me preocupo por la gente, y quiero que todos los niños y niñas de América tengan las mismas oportunidades que tuve yo, y me preocupo por la gente pobre que trabaja muy duro y no tiene la oportunidad de avanzar, y me preocupo porque los trabajadores puedan tener una voz colectiva dentro de su lugar de trabajo.

Y personas que nos hemos beneficiado de las oportunidades de la sociedad, deberíamos pagar un poco más para que los hijos de quienes no han tenido la misma suerte tengan oportunidad… y supongo que eso me convierte en un populista”.

Hoy, alguien que es llamado populista de toda la vida, está arriba en las encuestas que lo pueden convertir en Presidente de México. ¿El populismo dejó de ser una amenaza? El PRI tuvo sus épocas populistas, como las ha tenido el PAN y por supuesto el PRD. El problema de los términos generalizadores es que no definen y colocan en un mismo cajón saco a todos…los que no piensan como uno.

PARÉNTESIS

El candidato a la alcaldía de Macuspana por Morena, Roberto Villalpando Arias, comentó que para combatir la inseguridad que impera tanto en el municipio como en el resto del estado hay que recomponer el tejido social y rescatar los valores. “No es asunto de patrullas y policías sino es una cuestión de tanta pobreza que hay en el país”. En este mismo sentido se ha pronunciado la abanderada del PRD a la alcaldía de Teapa, Carlota Carballo. Los valores, afirma, se promueven con el ejemplo. Y tienen razón.