El frente va

El frente va

El frente va

A buen fin no hay mal principio, se dice en las carreras de caballos, y puede decirse eso de Por México al Frente.

Contra augurios de medios y apostadores, Por México al Frente cuajó su coalición de partidos, se quitó el apellido ciudadano y se presentó ante los medios como lo que es: una negociación de políticos profesionales que buscan potenciar las estaturas electorales de sus respectivas organizaciones en 2018, y ganar.

Ya se verá por su agenda y por sus compromisos, si el Frente gana o no la confianza de la ciudadanía, si pone por delante los intereses y agravios de esta, o conserva el ADN partidocrático.

Los medios han puesto el acento en el acuerdo sobre la candidatura presidencial, que se definirá en el PAN, previsiblemente para Ricardo Anaya, y en la candidatura de Ciudad de México, que se decidirá en el PRD, previsiblemente para Alejandra Barrales.

Pero bajo estas puntas visibles del acuerdo está el verdadero iceberg del Frente: el de la alianza para las elecciones federales del Congreso y para todas las elecciones locales en que logren ponerse de acuerdo.

De los 500 distritos electorales de la elección federal, el PAN decidirá las candidaturas del Frente en 144, en 104 las decidirá el PRD y en 52 Movimiento Ciudadano.

El PRD escogerá la candidatura al gobierno de Ciudad de México, y las de gobernador en Morelos, Tabasco y Chiapas. El PAN definirá Puebla, Veracruz, Guanajuato y Yucatán. Movimiento Ciudadano se quedará con Jalisco.

El Frente podrá ir o no en coalición en estas y las otras elecciones locales. Pero lo pactado hasta ahora les alcanza para tener una posición territorial sólida en la elección más grande de la historia de México, donde se disputarán simultáneamente más de 3 mil cargos de elección popular.

Otro aspecto clave del Frente es que reduce la fragmentación política de las elecciones en puerta. Quedan en la competencia real tres alianzas de partidos: la de Morena, la del PRI y la del Frente.

Son opciones claras y aclaran el panorama. Mi impresión es que las elecciones federales de 2018 serán menos confusas de lo que prometían.