Durante 36 años de fatídicos gobiernos neoliberales no se construyó ninguna gran obra que pudiera distinguirlos, al contrario del actual régimen donde tenemos al menos seis grandes obras que el paisano dejará como ejemplo y para acrecentar la envidia de los enemigos de México.

Y hay defensores del absurdo. Construir un aeropuerto  con grave daño ecológico en el fondo pantanoso de un lago; un nuevo aeropuerto, cerrando dos, el Benito Juárez y Santa Lucía; construir dos nuevas pistas, cerrando tres en los clausurados. Y todo ello por un perverso alineamiento de las pistas del nuevo aeropuerto para fraccionar y comercializar las 600 hectáreas del Benito Juárez y asignar contratos para una nueva base del ejército.

Con el nuevo aeropuerto Felipe Ángeles se conservan las pistas y el aeropuerto Benito Juárez, y contamos con tres grandes pistas nuevas. La pista más larga en Estados Unidos la tiene el JFK de Nueva York con 4.4 kilómetros y las tres nuevas del Felipe Ángeles miden 4.5 kilómetros cada una y construidas de cemento armado. O sea  que ya tenemos un aeropuerto mejor dotado que el mejor de Estados Unidos. Pero los enemigos de México dicen que es una central camionera.

Tenemos que agregar que este nuevo aeropuerto cuenta con los más avanzados sistemas tecnológicos y seguros para el manejo de los equipajes y comodidad y ahorro de tiempos para los viajeros, que son identificados por cámaras y rasgos biométricos. Y ya no tienen que andar haciendo colas ni tener que estar presentando a revisión pases de abordar e identificaciones. Un verdadero aeropuerto de clase mundial.

Que está muy lejos y será costoso. Vi a un entrevistado diciendo que había pagado un huber de 290 pesos,  y sabemos que un taxi en Nueva York o Paris cuenta más de mil pesos.

En todos los aeropuertos hay entrada libre a gente que va a despedir o a recibir o a trabajar en los locales. Que supuestamente entró una señora que vendía tlayudas, ¿porqué ese clasismo, ese racismo? Y que son las pizas, si no tacos italianos, las hamburguesas, sino tortas gringas o las crepas, ¿sino tlayudas francesas? El odio y el desprecio a lo nuestro.

Con el terremoto de 1985 la Ciudad de México quedó aislada telefónica y telegráficamente. Por seguridad nacional, la ciudad requiere de al menos dos grandes aeropuertos y afortunadamente ya los tiene.

Y el nuevo gran aeropuerto de clase mundial fue construido en tiempo record de dos años, contrario a lo usual, con una inversión menor a la presupuestada y sin contratar ninguna deuda. Un ejemplo para todo el mundo y motivo de orgullo para nuestras fuerzas armadas.

Y las distancias. El nuevo aeropuerto a solo 45 kilómetros del actual. ¿Y saben la distancia del JFK al Neward al otro lado de Nueva York? ¿Y del Heathrow al Gatwick en Londres? Gatwick al que he llegado, está a 45 kilómetros de Londres,  y el tercer aeropuerto, Stanted está a 60 kilómetros, Lutos a 50 y y Southend a 70 kilómetros.

Y cosa rara en un panista: el gobernador blanquiazul de Querétaro alaba esta gran obra, y dice:  “evidentemente yo no voté por López Obrador pero es el Presidente de todos los mexicanos, y son tiempos de unidad, y si al Presidente le va bien, nos va bien a todos”. Sabio razonamiento.

Pero abundan los mexicanos, y más los tabasqueños, afectados por la xenofilia, que los hace ver mejor y superior todo lo extranjero, especialmente si es del norte. No es posible que un tabasqueño, que como tal no tiene la capacidad, sea Presidente  y menos que realice la cuarta transformación, o que los mexicanos podamos construir en tiempo record un excelente aeropuerto o una gran refinería. Lamentable sentimiento de inferioridad de quienes traen en sus genes la herencia de la malinche.