El gran engaño de la tecnocracia neoliberal

Hoy queda claro que la solidaridad y la justicia social nunca fueron objetivos de la tecnocracia neoliberal

Al servicio de los grandes intereses nacionales y extranjeros la tecnocracia mexicana se puso la camiseta del neoliberalismo para privatizar las empresas públicas y reducir a su mínima expresión la participación del Estado en la economía.

Con la falacia de que el libre mercado es, en condiciones competitivas, el que mejor asigna los recursos de una sociedad, pues toda oferta crea su propia demanda; que con la venta de las empresas públicas se iba a pagar la deuda; que en manos privadas las empresas iban a generar las riquezas suficientes para, en automático, beneficiar al conjunto de la población; que con el nuevo modelo neoliberal México iba a ingresar al primer mundo, en un proceso totalmente amañado y oscuro, la élite empresarial y la alta tecnocracia se confabularon para engañar a la población y crear el “Capitalismo de Cuates”, en donde imperó la corrupción para desmantelar el Estado y limitar su poder y sus funciones.

Durante más de tres décadas nos prometieron “el oro y el moro” para emprender una de las aventuras políticas y económicas que dejó al país al borde del colapso, con una desigualdad social sin precedentes, con los salarios más bajos de América Latina y con altos niveles de desempleo, pobreza y exclusión. La gobernabilidad y la legitimidad social sufrieron un gran deterioro, en la medida en que la protección social del Estado en materia de salud, educación, alimentación, seguridad y vivienda cayó a niveles insostenibles.

Eso sí, las políticas neoliberales crearon una casta que pronto colocó a México como uno de los países con más multimillonarios en el mundo. Tan solo con el expresidente Carlos Salinas (1988-1994), padre de las privatizaciones, quien remató el 63% de las empresas públicas, se crearon 23 familias super ricas.

Lo peor de todo es que con patrañas tan sutiles como perversas dejaron caer deliberadamente a las empresas estratégicas del Estado para justificar su privatización. Así sucedió con Ferrocarriles Nacionales que, por cierto, privatizó el entonces presidente Zedillo, para luego convertirse en asesor de una de las empresas beneficiadas; la Comisión Federal de Electricidad (CFE), cuya apertura ilegal se inició con Salinas de Gortari, bajo el argumento de que no se generaba la suficiente electricidad para las empresas; y Petróleos Mexicanos, que fue sepultado por el expresidente Peña Nieto con la vana expresión de "se acabó la gallina de los huevos de oro".

Pero resulta que luego de las últimas reformas estructurales del neoliberalismo, aprobadas por el PRI, el PAN y el PRD a través del “Pacto por México” para abrir a la iniciativa privada sectores estratégicos como la electricidad y el petróleo, se han encontrado varios yacimientos importantes de hidrocarburos. El más reciente en Tabasco, en tierra firme del municipio de Centro, de acuerdo con el gobernador Adán Augusto López Hernández.

Todos los engaños a los que fuimos sometidos por la tecnocracia neoliberal con la anuencia de la élite empresarial y la complicidad mediática de la mayoría de los medios de comunicación convencionales, han ido saliendo a la luz pública en las “mañaneras” del Presidente AMLO. Cada día nos enteremos de la perversidad de los gobiernos del PRI y del PAN, de sus jugosas transas palaciegas con la élite capitalista y con el crimen organizado, de los contratos leoninos y la condonación de impuestos, de las sofisticadas estrategias para potenciar y ampliar corrupción a través de la Estafa Maestra.

La derecha conservadora está muy molesta porque los integrantes de la tecnocracia neoliberal, altamente especializados con posgrado en el extranjero, son exhibidos públicamente como los más grandes saqueadores de la riqueza nacional.

Por eso, la regeneración de un Estado de derecho lo suficientemente fuerte para reorientar el desarrollo económico del país y garantizar el bienestar de la población, es uno de los principales objetivos del proceso de transformación conducido por el Presidente AMLO. Tanto el objetivo esencial del libre mercado como el de la justicia social son indispensables para mantener los equilibrios colectivos.

Se trata de fortalecer la independencia económica del país y reducir nuestra vulnerabilidad en el contexto internacional, recuperando los sectores estratégicos del país mediante la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica que no solo ha sido severamente cuestionada por la derecha conservadora, sino que un juez ha amparado a empresas con contratos leoninos en tan solo 24 horas. Sin duda, el Presidente AMLO va a cimbrar a los conservadores al hablar sobre el futuro del petróleo en México el próximo 18 de marzo en su tierra natal.      

La crisis económica mundial vuelve a alertarnos sobre la esencia del capitalismo y sobre un hecho incontrovertible: “Estados Unidos no tiene amigos, solo tiene intereses”, frase célebre que nos explica el acaparamiento de las vacunas contra el Covid-19 y muchas otras barbaridades cometidas a favor de los grandes intereses creados.

Hoy queda claro que la solidaridad y la justicia social nunca fueron objetivos de la tecnocracia neoliberal.