El humanismo mexicano de AMLO, la tercera vía y la respuesta a una democracia imperfecta

LA DEMOCRACIA mexicana se ha limitado a la participación formal en las votaciones

*El voto y la participación política deben ser herramienta de progreso

*México: en busca de la ruta perdida…o nunca definida con claridad

*Pobres y marginados, no basta el relevo o la alternancia en el poder

LA DEMOCRACIA mexicana se ha limitado a la participación formal en las votaciones. Es sentir popular que acudir a las urnas tiene cada vez menos que ver con sus condiciones de vida. “Gane quien gane, haya o no democracia, la vida sigue igual o peor”, es la expresión común de la población de a pie para la cual la política es sólo una escalera de ascenso económico de “los políticos”, esa especie que se aleja de los padecimientos terrenales. 

¿Cómo transformar la participación electoral o política –que no es exactamente lo mismo-, en una democracia en la economía?, ¿cómo hacer que el voto sea también herramienta de progreso?

Estos temas se han planteado de manera permanente en el país. Hay ciertos momentos en que las barreras de ascenso económico o bienestar cotidiano provocaron una auténtica rebelión popular.

La relación entre economía y política me parece que es ahora el centro del debate. La llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia en 2018 fue anunciada como el final del “modelo neoliberal” y el arranque de un modelo alternativo, distinto. Para los críticos de AMLO en realidad lo que se puso en práctica es un retorno al viejo sistema que Octavio Paz calificó como “el Ogro Filantrópico”; por su parte el peruano Mario Vargas Llosa nombró al modelo mexicano como una “dictadura perfecta”. 

PONERLE NOMBRE AL MODELO

EL DOMINGO, López Obrador propuso designar al “modelo de gobierno que estamos aplicando”, como “humanismo mexicano”. Dio sus razones, sobre las que volveremos; pero que también seguramente provocarán una respuesta airada de sus adversarios y quizá algunos se ocupen de realizar una trabajo comparativo, más concienzudo. (Se da por descontado que la extraordinaria movilización dominical colocó muy alta la vara que deben alcanzar los opositores si quieren ser competitivos.)

¿Es sólo un tema académico o para especialistas?, ¿es un asunto de la llamada “política de café”, o entretenimiento de gabinete o cubículo? Varias encuestas realizadas por la organización no gubernamental Latinobarómetro han documentado que en nuestro continente en promedio el 70 por ciento de los ciudadanos están “insatisfechos” con la democracia (esto es, con partidos, votaciones y gobiernos). Se ha llegado al extremo que a un segmento importante no le importa si hay un gobierno autoritario o participativo, siempre y cuando mejore (o no se deteriore) su nivel de vida,

Idealmente a mayor democracia político electoral debería corresponder una mayor democracia político económica. 

En su discurso del domingo reciente, López Obrador refirió “de manera breve” los principios políticos, económicos y sociales del humanismo mexicano “que postulamos y que inspira a la Cuarta Transformación”.

Pero antes de ir a la enumeración y compacta definición que hizo López Obrador echemos un vistazo a nuestro entorno. ¿Una democracia con creciente desigualdad social y marginación? De izquierda a derecha y centro la oferta ha sido acabar con esta injusticia, aunque es en el pensamiento progresista donde encontramos propuestas y proyectos encaminados a ello.

En el mundo se habló de una “Tercera Vía”, un modelo económico intermedio entre el capitalismo (salvaje) y el socialismo (realmente existente, no el ideal). En lo político se planteó como “una democracia incluyente”, bandera que identificó al pensamiento y la acción socialdemócrata (auténtica).

“Esta teoría económica y social fue nombrada como “La Tercera Vía” por el famoso sociólogo inglés Anthony Giddens, para el cual debería ser la evolución lógica del pensamiento  social-demócrata-liberal plasmado en una teoría económica coherente. (La República, Colombia, 2014)

LAS ILUSIONES PERDIDAS

CADA PAÍS ha buscado definir su propio modelo, por lo menos en el discurso. Mientras algunos economistas hablan del capitalismo en contraposición al socialismo, en estas páginas el estudioso Firdaus Jhabvala observa dos modelos históricamente contrapuestos: el imperial (centralizado y autoritario) y el democrático (participativo).  

La búsqueda de una vía alternativa al capitalismo y al socialismo fue calificada por Vladimir Lenin como utopismo traicionero del “reformismo burgués”. La decepción provocada por una utopía que desembocó en dictadura (y no del proletariado sino de una cúpula), llevó a diversos pensadores y activistas a plantear un tercer camino. 

Durante casi toda la mitad del siglo pasado y en lo que va de este, se ha buscado elaborar una propuesta de economía y sociedad “más humana”, sobre todo a partir de finales de los años ochenta como respuesta al neoliberalismo que vino de la mano con las dictaduras militares. Para nuestro país, que ya tuvo un esquema de economía mixta (particulares, gobierno y sector social), AMLO propone el “humanismo mexicano”. Más que un distractor del debate electoral, debería tomarse como la posibilidad de definir qué será el futuro de la Nación.

AL MARGEN

Cierto: “la gente no sólo está por los candidatos, está por el proyecto”…pero no pocas veces la persona es el proyecto. (vmsamano@hotmail.com)