El presidente y la política de micrófono abierto

El presidente y la política de micrófono abierto

Los escenarios inéditos, con el cambio de poderes en México, se multiplican y se intensifican. La multiplicación de lo inédito no parece problema de opinión pública. El Presidente se ocupa de la agenda y su baraja es amplia. No le saca la vuelta a casi ningún tema y usa concha de armadillo. Son muchas las flechas y eficaz el escudo/estado de ánimo de AMLO: humor y cultura popular. Los medios, mientras tanto, rastrean la amplia agenda que marca el Presidente y muestran informaciones variopintas, con opiniones candentes. Tienen notas para dar y prestar. Lo que salía a cuentagotas del Poder Ejecutivo, ahora mana en la mañanera. La multiplicación de lo inédito, luego entonces, no es problema. 

Sin embargo, otra cosa sucede con la intensificación de cuestiones puntuales en la agenda nacional. Insistir en determinado tema y machacarlo ante la opinión pública, plantea problemas de verificación de datos en una democracia. La intensificación de lo inédito sin información verificada, representa un riesgo comunicativo para la democracia. Veamos este punto, a partir de una premisa de carácter ciudadano: la comprobación de datos y su exhibición precisa, a la que están obligados -por rasero racional- la comentocracia, los medios, el Presidente y colaboradores.       

EL SILLÓN DE LOS RUMORES     

El 9 de mayo de este año, a propósito de la intervención del periodista peruano Ricardo Belmont en la conferencia mañanera, Víctor Trujillo/Brozo denunció que se trataba de una farsa informativa de la 4T “vía montaje preproducido”. No hubo lugar a dudas para el rodillazo crítico: “La mañanera tiene producción. Se ponen de acuerdo, manipulan preguntas y turnos. Les puedo dar la lista de producción de la mañanera, pero me parece de mal gusto”, afirmó Brozo con ironía, emulando –según dijo después- “lo que algunas veces hace el Presidente en la mañanera: señalar sin ofrecer pruebas”. Empate sin ética periodística, en todo caso. Se formó la polémica en redes sociales (intensificación), lo que produjo una lluvia de críticas para Brozo. Fue tanto el escándalo que Brozo subió la apuesta: “tengo pruebas y fuentes de cómo se arma la mañanera”. Entonces se vio emplazado a presentar las pruebas, por Julio Hernández (Astillero) y Sabina Berman, periodistas que participan con Brozo en la mesa de Debatitlán radio (mayo 18). El tiempo pasó y no aparecieron pruebas. Brozo dijo finalmente que se reservaría sus fuentes. Las pruebas siguen sin aparecer. ¿Las hubo?     

La comentocracia cuestiona dichos de AMLO sobre señalamientos que no pueden comprobarse. “Es la palabra del Presidente y pesa mucho”, se quejan.  A esto no debe responderse con informaciones sin pruebas. El peligro social es entronizar filtraciones como arma de opinión pública, además de alimentar un diálogo de sordos. En democracia, la verificación de lo dicho es indispensable. Pocos actores públicos realizan esa tarea. 

En dos entregas de su columna Estrictamente personal (19 y 26 de agosto), Raymundo Riva Palacio enderezó su crítica a lo que llamó “el formato caótico de las conferencias del Presidente”. Sin embargo, lo delicado del asunto no fue el desorden de formato. Según Riva Palacio (que no cita fuentes y relata que después del primer texto le llegó ‘más información’) hay empresas y gobiernos estatales que pagan 200 mil pesos a periodistas que “plantan preguntas y colocan temas” para que el Presidente se pronuncie y así sacar ventaja del posicionamiento temático de AMLO. Si es así, se trata de un juego arriesgado por actores públicos que buscan inducir temas en la mañanera. ¿Por qué juego arriesgado? Porque no se sabe adónde irá AMLO con sus respuestas.         

Desde el lado periodístico, Riva Palacio tiene un tema para proceder a la comprobación de datos, no sólo a la filtración: ¿quiénes son los periodistas que se prestan al juego de empresas y gobiernos estatales?, ¿con qué intención política se acercaron a Riva Palacio quienes le llevaron ‘más información’ después de publicada su primera columna?, ¿cuáles son las ‘preguntas plantadas’ o ‘temas inducidos, y qué contestó AMLO que pudiera perjudicar el interés nacional?, de esto no tenemos nada. No se ejemplificó y era pertinente. Riva Palacio, en cambio, luego de ser aludido en la mañanera de Villahermosa (23 de agosto), mencionó un error de AMLO que apuntó como “mentira y desinformación del Presidente”: que los 200 mil pesos por pregunta eran pagados por el gobierno de AMLO (lo que Riva Palacio no dijo). Este sesgo facultó al periodista para sellar con silencio la comprobación de lo que denuncia.  

¿Habrá seguimiento a lo que se supone emboscada comunicativa para AMLO? El micrófono abierto del Presidente provoca urticaria en los medios y la oposición. No estamos acostumbrados a la intemperie como forma de gobierno. Con mayor razón, la verificación de datos tiene que realizarse, para no agitar olas políticas con relatos periodísticos incompletos. Lo que debe evitarse es el insulto elevado a nivel de (falso) argumento.