El pueblo debe estar arriba y el gobierno abajo
07/04/2022
Hay registros numéricos de nuestra tragedia nacional en su vertiente económica
Insisto en que México no pudo competir en su momento con el Modelo Democrático, en nuestro caso con Estados Unidos, a pesar de tener una ventaja en recursos y población. Y no podrá sino cambia realmente de modelo. Si antes la sangría nacional era en términos de territorio, ahora es en términos de población y el capital nacional incorporado en ellos y en su propiedad.
La pérdida no solo está en los recursos materiales y espirituales incorporados en el emigrante que se va a otro país, sino también en el potencial perdido que muchas veces se revela cuando el mexicano cuenta con una sociedad que opera bajo el Modelo Democrático y demuestra niveles de excelencia superiores a todos y que le eran prohibidos en México.
En todo caso, antes y ahora, espero que el lector se quede convencido que el Modelo Imperial no es competitivo con el Modelo Democrático; el centralista con el de participación abierta.
Ahora bien, bajo la economía mundial, un país recibe un nivel de vida que corresponde a su productividad mundial. Esta circunstancia, siempre válida, fue señalada en su momento por David Ricardo en su famoso ejemplo del comercio entre Inglaterra y Portugal, exportando el primero telas manufacturadas, y el segundo exportando vino. El primero se fue industrializando y el segundo se quedó con las ganas.
A partir de 1800, el poco comercio entre México y Estados Unidos no podía ser diferente: México exportaba materias primas y Estados Unidos los productos industrializados. El desarrollo de la industria requería un esfuerzo adicional y tardío por parte de México, mediante el sistema de protección y después vinieron las maquiladoras. Pero el Modelo Imperial no da para más porque ese “más” requiere de otros factores democráticos. Entre los materiales: una alimentación, una educación y una salud buenas en forma universal; y entre los espirituales, una libertad con justicia y equidad, temas ausentes de la mesa de discusiones nacionales.
Un modelo exitoso requiere que nuestros empresarios se orienten al mercado y no al gobierno; requiere que nuestros campesinos se conviertan en agricultores; que nuestros monopolios sean eliminados o seriamente restringidos; que las cosas públicas se hagan abiertamente a la vista del pueblo; y más que nada, que el pueblo esté arriba y el sistema político y gubernamental abajo. No hay cheques en blanco ni siquiera para el salvador más destacado y aclamado por el pueblo. Todos rinden cuentas, preferentemente a sus oponentes.
NUESTRA TRAGEDIA ECONÓMICA
Hay registros numéricos de nuestra tragedia nacional en su vertiente económica.
En 1700, el nivel de vida en México y en Estados Unidos de América era similar, de hecho un poco mejor para México. Decía en otra colaboración que México tenía una población 4.5 veces la de los Estados Unidos en ese momento. Es decir, contaba con una economía casi cinco veces la de los Estados Unidos. La potencia continental era México, no los Estados Unidos. Pero el mejor modelo lo tenían los Estados Unidos.
La democracia venció al imperio en forma contundente en la lucha entre México y Estados Unidos, de la misma manera que lo hizo entre Inglaterra y España por la dominación mundial en las últimas décadas del Siglo XVI.
Ya para 1820, Estados Unidos aventajaba a México en ambos rubros: población y el nivel de vida de sus habitantes. El PIB per cápita de los dos países llega a su diferencia más grande en 1945, y después hay un acercamiento hasta 1980, esencialmente porque la devaluación dramática del peso todavía estaba “controlada”, pero ocurrió dos años después con una violencia nunca antes experimentada. Y desde entonces, la brecha se ha estado creciendo de nuevo.
De todos modos, avanzando a la situación actual y en base a los datos financieros, sin ser estandarizados a una canasta de bienes de 1990, la realidad es que la diferencia en contra del nivel de vida en México relativo al de los Estados Unidos se ha incrementado a 7:1 (siete a uno).
Los países asiáticos comenzaron con estadísticas muy por debajo de México. En la actualidad, muchos nos han rebasado, algunos en forma contundente. Es cierto que sus modelos políticos son mayormente imperiales, pero cuidadosamente han construido modelos socioeconómicos y culturales muy democráticos, y han cosechado sus beneficios en pro de un buen nivel de vida para sus habitantes. Un tema que si me lo permite abordaré en la siguiente oportunidad. (México y su modelo de desarrollo, CEIS/2020)
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