Elecciones 2018: Un mercado lleno de ilusos e ilusiones perdidas

Elecciones 2018: Un mercado lleno de ilusos e ilusiones perdidas

Hay tantos aspirantes a los cargos de elección popular que se disputarán el año que viene, -en unas elecciones inéditas a tres partidos con posibilidades de ganar muchos de ellos-, que es previsible que los meses que nos siguen en el calendario sean los más rijosos de las últimas décadas en Tabasco. Hay que prepararse para tomar partido, a fuerzas, o aprender a escabullirse artísticamente de los amigos y familiares que tratarán de hacernos el compromiso para que así puedan jugar a negociar con sus dirigentes nuestros presuntos votos. Las cuentas serán alegres, no cabe duda: “Tengo 100 de familia en tal colonia –asegurará el “líder parental”, a cuatro votos por familia son 800. Con esos merezco la candidatura, soy competitivo porque además en mi trabajo son 20 compañeros, por cuatro votos que me conseguirán entre sus cuates otros 80. ¿Quién puede dar más a nuestro partido, a nuestro movimiento, en estos territorios?” Con esos argumentos pretenderán obtener el premio mayor, el hueso para toda la vida, fortuna y honra para tres generaciones y salir de la mediocridad, de la ignorancia y del común de los mortales. Piensan que se lo merecen pero no porque tengan un plan, un proyecto social o una propuesta de vida diferente y mejor para la comunidad, sino porque creen que es su hora, su momento que nadie, por ninguna razón, a costa si es necesario de su vida, les podrá arrebatar en el último momento. Y nosotros, boquiabiertos, observaremos incrédulos como ese personaje, al que conocemos bien, tan bien no le daríamos las llaves de nuestra casa, está convencido de que cuenta con nuestra confianza y nuestra boleta será introducida en la urna a su favor. Hay propósitos que no se cumplen jamás y se renuevan de año en año, de día en día. A veces duele el hecho de su no realización, es cierto, pero tienen la ventaja de que acompañan mucho. Por el contrario, otros proyectos logran cumplirse y hacerse realidad y entonces se mueren de repente y dejan de ser proyectos. El hueco que dejan lo ocupan inmediatamente otras aspiraciones, otros deseos, otros propósitos; que el caso es ingeniárselas para vivir con esperanza. Más vale un Gobierno que no les guste a todos que un desgobierno que sólo sea del agrado de unos cuantos.