Elecciones de juguetes: Nuevos y rotos
Dicen que las próximas elecciones serán las más importantes de los últimos tiempos y es verdad
Dicen que las próximas elecciones serán las más importantes de los últimos tiempos y es verdad. Nos jugamos mucho más que el rellenar nuestras instituciones con candidatos electos: nos jugamos el modelo de país que queremos para las décadas que vienen y nos lo estamos tomando literalmente jugando. Porque vean que la mayoría de los candidatos y candidatas tabasqueños están tan contentos como si tuvieran juguetes nuevos ya que se presentan por diferentes partidos de los que militaban no hace más de un año y otros juegan con “juguetes rotos”. La expresión “juguete roto” se refiere a personas que, después de un periodo más o menos prolongado de fama, caen en desgracia y pasan de ocupar la primera plana a un inmisericorde ostracismo. Si bien su aplicación se suele usar en referencia al mundo artístico, la política en general y los procesos electorales en particular, con sus trufadas listas de promesas, han demostrado una pertinaz habilidad para “romper juguetes” según los tiempos van cambiando. También se puede aplicar a los partidos políticos que como el PRI o el PRD han sido desfondados de militancia e ideas por MORENA que es el juguete nuevo que están estrenando miles y miles de nuevos seguidores que abandonaron a los institutos políticos como los mencionados por considerar que las grietas ideológicas y de preferencias entre la población han vaciado de contenido a aquellos que hasta no hace mucho tiempo eran garantía de agarrar un hueso. Los discursos se llenan hasta el hartazgo de una palabra concreta que no puede faltar en ninguna intervención: Corrupción. Puede mencionarse una o diez veces en un debate o en una entrevista, pero necesariamente ha de citarse, aun a riesgo de que su uso se advierta forzado. Las campañas electorales son procesos intensos de proselitismo y cortejo de los electores, que realizan los partidos y sus candidatos, en la búsqueda de los votos de los ciudadanos. Las campañas electorales son instrumentos legitimadores del poder por antonomasia, que si bien son propios de los sistemas de cuño democrático, son también utilizados en otros sistemas políticos, con el fin de legitimar a las elites gobernantes. De esta manera, bajo los sistemas totalitarios y autoritarios, también, se impulsan campañas electorales, aunque bajo patrones conductuales muy distintos a los existentes en sistemas democráticos, ya que se constituyen básicamente en ritos protocolarios para el acceso al poder público, alejados de lo que es una real competencia y "disputa civilizada" por los espacios de representación pública. A través de la historia, las campañas electorales han pasado por diferentes etapas. En un principio, bajo sociedades agrícolas las campañas fueron los medios para que mayoritariamente las masas de campesinos y jornaleros agrícolas canalizaran sus demandas apoyando a caudillos y líderes regionales carismáticos, quienes gobernaban bajo esquemas caciquiles de fuerte estirpe pre democrático. Las campañas electorales, en sistemas democráticos, han experimentado distintos cambios, ya sea en la forma de conceptualizarse, organizarse, financiarse, hacer proselitismo, o bien, en la manera de comunicarse y movilizar al electorado. Estos cambios son producto, también, de las transformaciones sociales y políticas de los últimos años, que han generado un ciudadano dotado de mayor información, con más educación y conocimientos sobre los aspectos político electoral y más conectado, a través de distintos dispositivos tecnológicos, con el mundo y sus tendencias políticas e ideológicas.