En el contexto mundial

AMLO y la VI Cumbre de la CELAC

Estas reflexiones vienen a colación, motivadas por la reciente VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe llevada a cabo hace unos días en la ciudad de México y convocada por el Presidente Andrés Manuel López Obrador.

Proponemos como una ley histórica que cuando los Estados Unidos, como país imperialista, se han involucrado en conflictos bélicos internacionales en ultramar, los gobiernos de América Latina han podido gozar de mayor libertad y soberanía en su desempeño político y económico. Y México no ha sido la excepción.

Cuando la poderosa potencia del Norte se involucró en la Primera Guerra Mundial, de 1914 a 1918, los grupos revolucionarios que surgieron con la Revolución de 1910 en México pudieron realizar el Constituyente de Querétaro de 1916. En él surgió la Constitución de 1917 que se caracterizó por su contenido radical, social y nacionalista.

Principalmente el Artículo 27 de la Constitución que constituyó una amenaza para las compañías petroleras y mineras del cobre en manos de los Estados Unidos y otros capitales extranjeros. Y Carranza y demás grupos triunfantes en la lucha armada pudieron cuajar esa ley expropiatoria mientras los Estados Unidos se encontraban ocupados en el conflicto de la Primera Guerra y descuidaban así el traspatio de su casa, como le llaman a Latinoamérica.

Cuando terminó la Guerra y se firmó el Tratado de Versalles en 1919, los Estados Unidos quedaron como potencia hegemónica en el mundo. Entonces los gringos pudieron ocuparse del traspatio de su casa y poner orden a aquellos gobiernos que habían tomado medidas radicales contra sus intereses.

Y la medida más clara en México fue la presión imperialista contra el gobierno de Obregón para que no aplicara el artículo 27 de la Constitución de manera retroactiva. Ello hubiera significado la expropiación de  sus intereses petroleros y mineros que don Porfirio Díaz les había concesionado. Con el Tratado de Bucareli firmado en 1923 se echaba abajo el artículo

27, pues de no hacerlo, Estados Unidos no le daría el reconocimiento diplomático al gobierno de Obregón, ni los préstamos, ni el apoyo militar.

Otra condición que Estados Unidos impuso a Obregón fue que se asesinara a Francisco Villa porque la invasión a Columbus por el Centauro del Norte no podía quedar incólume. Precisamente en ese año de 1923 se asesinaron también a otros personajes revolucionarios como Carrillo Puerto


y Salvador Alvarado que se caracterizaban por su radicalismo en Yucatán y se enfrentaron a los intereses del poderoso monopolio gringo del henequén como lo fue la International Harvester.

Años después, cuando la potencia del Norte se volvió a involucrar en otro conflicto bélico en ultramar, la Segunda Guerra Mundial, varios gobiernos de América Latina dispusieron de nuevo de mayor soberanía en su desempeño y se dieron fenómenos populistas y nacionalistas como el de Domingo Perón en Argentina, Getulio Vargas en el Brasil y don Lázaro Cárdenas en México. Dentro la correlación de fuerzas en el mundo existía además la amenaza de la expansión de la Alemania Nazi de Hitler sobre América Latina.

Varias veces don Lázaro Cárdenas recibió la invitación de Adolfo Hitler para que se sumara a los Países del Eje, Berlín, Roma Tokio. Esa coyuntura mundial obligó al gobierno de Roosevelt de cambiar su política hacia América Latina del gran garrote por una política del buen vecino.

Por otro lado los Estados Unidos venían de sufrir la tremenda crisis económica de 1929 al 33 y Roosevelt con su política keynesiana del New Deal, del Nuevo Trato, se encontraba ocupado en sacar a su país de la crisis. Todo ello favoreció al gobierno de Cárdenas para llevar a cabo la expropiación petrolera en 1938.

Vientos favorables, de soberanía y autonomía, soplaron también en América Latina cuando los estadounidenses quedaron atascados en los pantanos de la selva del Sudeste asiático con la guerra de Vietnam, de 1965 a 1973. Guerra que además se extendió luego por todo el Sureste de Asia, Birmania, Laos, Camboya y Tailandia. Eran años de la guerra fría, de la bipolaridad Washington Moscú, capitalismo contra comunismo.

Cuando los gringos salieron derrotados de Vietnam en 1973, regresaron al traspatio de su casa a poner orden: con ayuda de la CIA y del traicionero Pinochet, derrocaron al gobierno de Salvador Allende en Chile, un gobierno de corte socialista y nacionalista. Juan Velasco Alvarado, que encabezaba la Junta Revolucionaria de Gobierno en Perú fue derrocado en 1975. Lo mismo sucedió con Juan José Torres en Bolivia quien en 1973 fundara la Alianza de la Izquierda Nacional y fuera asesinado en 1976.

Al llevarse a cabo en días pasado en México la VI Cumbre de la Comunidad Económica de países Latinoamericanos y del Caribe, la correlación de fuerzas hegemónicas en el mundo ha cambiado. China es hoy la primera economía en el mundo, ya no es Estados Unidos; China tiene relaciones económicas comerciales y de inversión con Nicolás Maduro de Venezuela, también con Argentina y Cuba. Aunque existe el temor hoy que colapse el gigante inmobiliario de China, Evergrande; ese miedo está


impactando ya a las bolsas de valores y a las monedas como el peso mexicano. Hay además la presencia de un poderoso presidente de Rusia, Vladimir Putin, más cercano a China, a Irán y a la India que a los Estados Unidos. Todo esto puede ser favorable a las aspiraciones bolivarianas de la IV cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe. Pero no olvidemos también que los Estados Unidos, derrotados como en Vietnam, acaban de retirarse de Afganistán. Después de diez años de guerra en ese país regresa a su traspatio y no hay tigre de papel como calificara Mao Tzé Tun al imperialismo yanqui. Veremos qué pasa en el futuro inmediato.