En la Estafa Maestra: En Tabasco “Presuntos Inocentes”

En la Estafa Maestra: En Tabasco “Presuntos Inocentes”

A raíz de la detención provisional de Rosario Robles, para recabar más pruebas que la imputen, o no, por la denominada y conocidísima “Estafa Maestra”, en Tabasco estamos viviendo una especie de “Auto de Fe”, a modo de la Santa Inquisición, con todos y cada uno de los que por una u otra razón hayan podido estar en el entorno de algunas universidades que presuntamente están involucradas. Cuando se contaba con una cierta cantidad de condenados por la Inquisición, se celebraban los llamados Autos de fe. El Auto de fe era una ceremonia pública de una Inquisición espectacularmente secreta, celebrada con gran pompa y solemnidad, con asistencia de Inquisidores, Familiares del Santo Oficio, eclesiásticos, órdenes religiosas, y las más destacadas personalidades del lugar, reunidos o congregados generalmente en la plaza pública de las ciudades para ver posteriormente la ejecución del condenado, que por lo general consistía en quemarlo con leña verde para que ardiera más lentamente y produjera el mayor dolor al ajusticiado. En estos días las redes sociales están plagadas de acusaciones directas, y sin fundamentos jurídicos, contra determinadas personas con las que es evidente se quieren ajustar cuentas por parte de algunos intrusos de la profesión periodística, que siempre debe de regir sus informaciones con el principio de veracidad y exactitud. Es decir no hay en Tabasco imputado alguno por el asunto de la Estafa Maestra. No quiere decir que no lo vaya a haber, pero en estos momentos no los hay y por eso hacer juicios en las redes sociales es lo que más se acerca a aquellos Autos de Fe Medievales. Pero alguna parte de la prensa profesional está cayendo en los mismos errores. Es sabido que el lenguaje periodístico, por razones de espacio y tiempo, así como de claridad expositiva, tiende a la simplificación. Pero a veces esa tendencia le lleva a violentar el sentido del lenguaje, hasta el punto de afirmar justo lo contrario de lo que se pretende expresar. Es el caso del término "presunto" aplicado a quien está incurso en un proceso penal. Frases como "presunto delincuente, violador, asesino u homicida" están a la orden del día en los medios de comunicación. Sin pretenderlo, se vulnera el derecho a la presunción de inocencia que ampara al cien por cien a toda persona implicada en un proceso penal -desde su inicio hasta el momento del juicio- en tanto no exista una sentencia condenatoria contra ella. Dado que es un principio jurídico internacionalmente aceptado que toda persona es inocente mientras no se demuestre lo contrario, no entiendo por qué en todos los medios de comunicación siempre se hace referencia al “presunto asesino”, “presunto violador”, etcétera... ¿No sería más acorde con ese principio el denominarlos, si es imprescindible usar esa palabra, como “presuntos inocentes” de ser asesinos y violadores? Así debería ser, sin duda. No se trata de una mera cuestión terminológica, sino de una actitud de fondo. La cuestión merece ser tratada y clarificada, sobre todo, porque se encuadra en un escenario periodístico y social propenso al juicio paralelo, a dar como probados hechos sometidos a la investigación judicial y a adelantarse, si llega el caso, al veredicto del juez. El término "presunto" ha llegado a adquirir en el lenguaje periodístico carácter sustantivo para designar a quien, no habiendo sido condenado por los jueces, se le considera poco menos que en capilla a la espera de una sentencia inexorable, por supuesto condenatoria.