Entre la marginación, flores exóticas y el quelite

Entre la marginación, flores exóticas y el quelite

A media hora de Macuspana se encuentra la comunidad Melchor Ocampo Segunda Sección, enclavada en una zona selvática.

El transporte de salida tiene dos horarios: uno a las 4 de la madrugada, y el otro a las siete de la mañana; el regreso lo hacen al otro día.

Baldemar Hernández de la Cruz, una de las 700 personas que habitan el lugar, narra que en esa localidad de alta marginación solo llega un maestro, y se queda toda la semana.

No hay médico, y si alguien se enferma de gravedad tienen que rentar el servicio de alguna camioneta para trasladarlo a un hospital de Macuspana.

“Aquí el agua no llega, ahora tenemos 15 días sin ella, solo nos abastecemos de los que llamamos pocitos, donde las mujeres y hombres acuden con una tacita para tratar de llenar alguna cubeta, y si es para beber hay que hervirla, sólo cuando llueve aprovechamos a llenar algunos tambos”.

Cuenta Baldemar que en cada casa no faltan los frijoles, porque casi todos lo siembran; pero no hay carne, solo yuca, camote y quelites, y difícilmente pueden sacrificar un cerdo o un pollo.

Dice que están alejados de la civilización, sobre todo porque es raro que alguien los visite.

La gente vive de sus cosechas, pero además de la siembra de flores exóticas, de las que tienen más de 40 variedades, y es en los meses de noviembre y diciembre cuando salen a vender ese producto, y aprovechan para hacer unos ahorritos.

Melchor Ocampo Segunda Sección, se escucha en voz baja. Es doña Margarita, una de las sembradoras de flores más aguerridas, la que se levanta bien temprano para ir a limpiar su terreno y supervisar que todo esté en orden.

Esta mujer de baja estatura se talla los ojos, luego con un machete corta el tallo de una heliconia... la muestra: “esto lo sembramos nosotras”, dice orgullosa.

Alrededor de ella están varios niños descalzos, quienes la miran sin dejar de meter y sacarse los dedos de la boca. En total en la comunidad son unos 300 pequeños, quienes sufren de caries, infecciones en la piel y en ocasiones calentura.

Al entrar a Melchor Ocampo se ven algunas casas sobre la única carretera que atraviesa el poblado. Dicen que mientras en la ciudad se está a 40 grados, en esta comunidad el termómetro baja dos grados, y por la mañana hace mucho frío.

Baldemar insiste en que es urgente que se le dé mantenimiento al pequeño centro de Salud, pero sobre todo que los visite una brigada médica porque tienen miedo por lo que pase con los niños y ancianos.

Aquí lo más que pueden estudiar es la preparatoria, porque de todos solo uno ha egresado de la universidad. Y eso porque tuvo que emigrar del lugar.

El cielo se nubla. Empiezan los truenos. Antes de que caiga la lluvia un grupo de mujeres sonríe con unas flores en la mano; son sembradoras, orgullosas de su trabajo. Pero la necesidad es una sombra que las acompaña.

PARÉNTESIS

Ante los cuestionamientos por corrupción del programa “Jóvenes Construyendo el Futuro”, este será auditado anunciaron las autoridades federales; aseguran que habrá vigilancia permanente con el fin de que todo salga bien y se cumplan las reglas. No bastan las intenciones, es necesario combatir la corrupción.

 (kundera_w@hotmail.com)

Puntos suspensivos



Entre la marginación, flores exóticas y el quelite

Wilber Albert

A una media hora de Macuspana se encuentra la comunidad Melchor Ocampo Segunda Sección, enclavada en una zona selvática.

El transporte de salida tiene dos horarios: uno a las 4 de la madrugada, y el otro a las siete de la mañana, el regreso lo hacen al otro día.

Baldemar Hernández de la Cruz, una de las 700 personas que habitan el lugar, narra que en esa localidad de alta marginación solo llega un maestro, y se queda toda la semana.

No hay médico, y si alguien se enferma de gravedad tienen que rentar el servicio de alguna camioneta para trasladarlo a un hospital de Macuspana.

“Aquí el agua no llega, ahora tenemos 15 días sin ella, solo nos abastecemos de los que llamamos pocitos, donde las mujeres y hombres acuden con una tacita para tratar de llenar alguna cubeta, y si es para beber hay que hervirla, sólo cuando llueve aprovechamos a llenar algunos tambos”.

Cuenta Baldemar que en cada casa no faltan los frijoles, porque casi todos lo siembran, pero no hay carne, solo yuca, camote y quelites, y difícilmente pueden sacrificar un cerdo o un pollo.

Dice que están alejados de la civilización, sobre todo porque es raro que alguien los visite.

La gente vive de sus cosechas, pero además de la siembra de flores exóticas, de las que tienen más de 40 variedades, y es en los meses de noviembre y diciembre cuando salen a vender ese producto, y aprovechan para hacer unos ahorritos.

Melchor Ocampo Segunda Sección, se escucha en voz baja, es doña Margarita, una de las sembradoras de flores más aguerridas, la que se levanta bien temprano para ir a limpiar su terreno y supervisar que todo esté en orden.

Esta mujer de baja estatura se talla los ojos, luego con un machete corta el tallo de una heliconia... la muestra: “esto lo sembramos nosotras”, dice orgullosa.

Alrededor de ella están varios niños descalzos, quienes la miran, sin dejar de sacarse los dedos de la boca, en total en la comunidad son unos 300 pequeños, quienes sufren de caries, infecciones en la piel y en ocasiones calentura.

Al entrar a Melchor Ocampo se ven algunas casas sobre la única carretera que atraviesa. Dicen que mientras en la ciudad se está a 40 grados, en esta comunidad el termómetro baja dos grados, y por la mañana hace mucho frío.

Baldemar insiste en que es urgente que se le dé mantenimiento al pequeño centro de Salud, pero sobre todo que los visite una brigada médica porque tienen miedo, por los niños y ancianos.

Aquí lo más que pueden estudiar es la preparatoria, porque de todos, solo uno ha egresado de la universidad, y eso porque tuvo que emigrar del lugar.

El cielo se nubla. Empiezan los truenos. Antes de que caiga la lluvia un grupo de mujeres sonríe con unas flores en la mano, son sembradoras, orgullosas de su trabajo.

PARÉNTESIS

Ante los cuestionamientos por corrupción del programa “Jóvenes Construyendo el Futuro”, este será auditado, es decir, habrá vigilancia permanente con el fin de que todo salga bien y se cumplan las reglas. (kundera_w@hotmail.com)