Ernesto Zedillo en la palestra
03/05/2025
Palabras sin historia, ¿por una democracia sin demócratas?
Hay palabras que se pronuncian sin respeto por la historia. Palabras que, con apariencia democrática, lanzan niebla a la esfera pública. Julio Scherer afirmó: "al periodista le avalan los hechos; sin ellos, está perdido". Lo mismo podrían decir los políticos, si de ética pública se trata.
El expresidente de México, Ernesto Zedillo Ponce de León, volvió a la palestra y se lanzó desde la tercera cuerda contra la 4T. Expresó: "tiranía en curso, que sustituyó a la joven democracia", y los cambios constitucionales que se implementan en el Poder Judicial: "la reforma no ofrece nada que mejore la capacidad del Estado para procurar e impartir justicia".
El cambio de régimen no gusta a Zedillo, la mano que meció la cuna del Fobaproa/1998, ese rescate bancario (es un decir) que convirtió deuda privada en deuda pública y que todavía los contribuyentes pagamos con intereses. Dos billones de pesos, y falta uno.
El Fobaproa se pagará hasta el año 2042.
¿PALADÍN DE LA DEMOCRACIA?
Las palabras importan, desde luego, aunque relacionadas con la realidad social y la historia. Por ello, las biografías ayudan a encuadrar la procedencia de las palabras. No es casual que la presidenta Claudia Sheinbaum diga de Zedillo: "ahora resulta que es paladín de la democracia". La crítica da en el blanco, porque Zedillo no encuentra virtud alguna en la elección judicial de junio que traerá magistrados, ministros y jueces elegidos por voto ciudadano. Se pueden decir muchas cosas sobre los procedimientos (perfectibles) de esta primera elección popular en el Poder Judicial, pero no se le puede tachar sin más de "farsa para enterrar la democracia". Hay retos de cambio estructural que esperan al Poder Judicial, pero no se puede hablar de fracaso antes de empezar.
Por cierto, a finales de 1994, en los primeros días de su sexenio, Zedillo realizó un "ajuste de ministros de la suprema corte" con el poder de su firma presidencial y la llamada ´concertacesión´ en el Congreso (apoyo del PAN al vapor), lo que varios estudiosos del derecho calificaron como "golpe de estado técnico". Un decreto que en 26 días de deliberación -es otro decir- modificó 27 de los 136 artículos constitucionales. Récord olímpico y mundial de cambios constitucionales.
Zedillo se lanzó con todo, en cambio, para descalificar los ajustes que la 4T realizó con mayoría calificada en el Congreso: "Mi conclusión es muy sencilla: en México se murió la democracia. En México están haciendo un Estado policial. Cuando la presidenta de la República nos dice que México será el país más democrático, en virtud de esa farsa de elecciones de jueces nombrados por el gobierno y posiblemente por el crimen organizado, pues no lo quiero tomar como burla, pero yo diría que es al menos cuestionable".
La palabra ´cuestionable´ -más moderada- finaliza ideas extremas que se colaron sin comprobación alguna en la perorata de Zedillo: si "se murió la democracia", si "están haciendo un Estado policial", si habrá "esa farsa de elecciones", si todo lo controla el gobierno y "posiblemente el crimen organizado", entonces, ¿por qué puede lanzar esas ideas al espacio público? Su mera enunciación pública desmiente las ideas extremas que luego quiere matizar con el adjetivo ´cuestionable´. ¿Sofismas del neoliberalismo desesperado?
TRANSPARENCIA EN JUEGO
Luego del revire de Sheinbaum, vino un contrataque de Zedillo: solicitar auditorías internacionales a las obras insignia del sexenio de López Obrador. Aquí Zedillo argumenta que el Fobaproa (que le recordó, con razón, Sheinbaum) en su momento tuvo ese tipo de supervisión internacional. No hay documentos públicos al respecto y sería saludable que se ubicaran, pues el Fobaproa se sigue pagando. También, justo es decirlo, se necesitan datos públicos sobre las obras insignia de AMLO (Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, Tren Maya, Refinería Dos Bocas), con desglose de costos-beneficios. Esto sí es de interés ciudadano, más allá del debate sobre la pensión presidencial a la que renunció Zedillo para quedarse con una que le paga el Banco de México, de 143 mil pesos mensuales. Zedillo dice que se la merece y Sheinbaum plantea que revisará el tema. Aunque el tema está en otra parte: las consecuencias que todavía se padecen por el Fobaproa y el dinero público invertido en las obras 4T que AMLO realizó. Si de democracia se trata, la transparencia importa y los datos deben conocerse. Ahí queda esbozado -de nuevo- el conflicto de proyectos de nación en pugna. Reiteración: esto resulta de interés público (erario público y obras), sin menoscabo del declarante que propuso el punto.
Finalmente, Zedillo explica su silencio de dos décadas como un compromiso cívico para beneficiar a México. En política, justo es decirlo también, el silencio es otra forma de hablar que tienen los poderosos. Cuando hay interés ciudadano de por medio, el silencio resulta pernicioso e interesado. Zedillo se fue de México para trabajar en una empresa que se benefició de la privatización de ferrocarriles que él implementó. Este dato público cuestiona al ´demócrata´ Zedillo, quien usó el poder para beneficio personal y de un selecto grupo.

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