Es el neoliberalismo, olvidarlo es un crimen

“Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia”. José Saramago

Así nos quieren: desmemoriados e indiferentes. Dispuestos a ceñirnos -de buena gana y de nueva cuenta- el yugo al que estuvimos, por tantas décadas, sometidos. Les urge que olvidemos los crímenes que desde el poder e impunemente cometieron. Saben que para volver a gobernar necesitan desaparecer de la memoria colectiva el caudal de sangre derramada, la humillación y el saqueo del que hicieron víctima a esta nación a la que dejaron hecha pedazos.

Lo que no remataron, lo que no privatizaron, lo demolieron hasta sus cimientos o lo infectaron con su corrupción, su ineptitud criminal y lo dejaron morir. No dejaron piedra sobre piedra.  El régimen neoliberal llevó a cabo la destrucción sistemática de las instituciones y el aparato de Estado. Su voracidad no tuvo límites; lo arrebató todo. Lo llevó a atentar contra lo más sagrado: la salud, la educación, el trabajo, la autosuficiencia alimentaria, los recursos naturales de la nación.

Al profundizarse la desigualdad social, al convertirse la brecha en abismo, se deshizo casi por completo el tejido social. La corrupción y la impunidad engendraron al crimen organizado, la otra cara de este régimen movido por la avaricia. La guerra impuesta por Felipe Calderón provocó una crisis humanitaria de proporciones bíblicas y nos condujo a lo que puede considerarse una verdadera catástrofe ética. Sin presente ni futuro quedaron decenas de millones de mexicanas y mexicanos, a merced de unos cuantos que desde el gobierno eran sólo gestores al servicio de un poder económico despiadado y rapaz.

Tiene razón Andrés Manuel López Obrador, es el neoliberalismo el que dejo al país, a la sociedad, en el estado de descomposición económica y social, de degradación moral en que se encuentra. Fue con Carlos Salinas De Gortari que comenzó esta carrera demencial para venderlo y deshacerlo todo. Ernesto Zedillo, con el Fobaproa, hizo de las deudas privadas deuda pública y escrituró el futuro de todas y todos. Vicente Fox convirtió los excedentes petroleros en botín y frustró la tan ansiada transición a la democracia. Felipe Calderón, el usurpador, desmanteló PEMEX y convirtió la guerra en negocio. Y Enrique Peña Nieto terminó de consumar tanto la masacre como el saqueo. Todos ellos son responsables de la injusticia y la violencia que, resultado de sus desastrosas gestiones, desgarran al país.

Es el neoliberalismo el causante de los males profundos que aquejan a México. El saqueo y la masacre, la avaricia y la ceguera de gobernantes corruptos nos hundieron. Olvidarlo es un crimen; dejar de analizarlo, de decirlo por todos los medios, es un suicidio. Este país no era Suiza pese a lo que digan columnistas y comentaristas de radio y TV que, en el pasado, urdieron la coartada para el expolio. Aquí no había democracia, ni libertad, ni bienestar. Menos todavía teníamos paz y justicia. Indigna que quienes dejaron al pueblo sin salud, sin educación, sin seguridad ni trabajo intenten burlarse de quienes tenemos memoria puntual de sus crímenes. No es que “culpemos al pasado” -como falazmente sostienen- es que en la memoria se encuentran la razón, el sentido y la fuerza para no ser indiferentes y no volver a caer jamás en las manos de ese atajo de ladrones. 

 @epigmenioibarra