Escala Crítica

Desigualdad y programas sociales: visibilizar el México precario, pilar estratégico del cambio

* Mayoría precaria, atendida en el sexenio: 54 millones de personas.

* AMLO, mover a los de abajo: reducir desigualdad y abrir oportunidades.          

* Carencias que persisten: agenda social y agenda política, ¿en sintonía?         

EL GEOPOLÍTICO y conferencista Alfredo Jalife “identificó” cuatro pilares en el proyecto de nación 4T: 1) ideología antineoliberal, 2) soberanía energética, 3) nacionalismo y 4) humanismo mexicano. Con jiribilla, explicó que “puede identificarse a la corcholata principal si vemos cómo aplican estos cuatro pilares; ahí está la respuesta: el proyecto va primero y después la persona”. Más allá de la futurología 2024, es pertinente señalar un olvido de Jalife sobre los pilares 4T: el pilar principal, explícito en el lema AMLO/2018, es cercanía con los de abajo. “Por el bien de todos, primero los pobres”, fue la manera de visibilizar a la población mayoritaria: el México precario. 

             

PRECARIOS AL CENTRO

DURANTE LA CUMBRE México/EEUU/Canadá (enero 2023), el Presidente López Obrador dijo que “los programas sociales benefician a 30 millones de personas”. En el Cuarto Informe (septiembre 2022) aparece la cifra de 24 millones 668 mil 508 beneficiados. Diferencia: 5 millones y medio. Si AMLO ‘redondeó’ cifras frente a sus pares del Norte, fue retoque hacia arriba. Si la diferencia de cifras indica aumento de beneficiarios con el trabajo de 4 meses adicionales, se tiene 18% más en la eficacia operativa, lo que suena demasiado bello. Hay un misterio de cifras que recuerda lo que advirtió Paco Ignacio Taibo II (13/01/2023): “No existen números claros que digan de dónde venimos y en dónde estamos parados, en áreas estratégicas y en los programas sociales”.

Si se suman programas sociales y pensiones en el sexenio, la cifra llega a 54 millones de beneficiados. ¿Habría sobrevivido el México precario a la pandemia COVID, sin estos apoyos que ya tienen rango constitucional? Las políticas de gobierno plantean un viraje crucial: apoyo intenso a la población pobre. El reto de igualación social en México fue asumido por AMLO y de ahí su propuesta de la Cuarta Transformación. Justo lo que el senador independiente Germán Martínez (ex panista y moreno por un día), ubica como la principal tarea de los partidos hacia 2024: “igualar oportunidades sociales y acabar con los privilegios”. Llega tarde, el discurso opositor.

Palabras de AMLO (marzo 24): “México está en vías de ser potencia económica con dimensión social. Las condiciones son inmejorables: hay estabilidad política, procuramos la seguridad, mantenemos acuerdos comerciales con respeto a las soberanías y el pueblo recibe atención sin precedentes”. El último punto –pueblo atendido- requiere continuidad, para que las otras políticas cobren genuina dimensión social. Pero…

     

HISTORIAS PRECARIAS

LA REALIDAD CAMBIANTE quiere palabras nuevas. El siglo XXI acuñó el concepto de “precariado”. La idea es del inglés Guy Standing (2014), profesor de la Universidad de Londres. Precario: tener poco y vivir al día, sin esperanzas de cambio a corto plazo.

El precariado se integra con personas arrinconadas por la globalización, sin empleo fijo y sin derecho a la seguridad social, sin ahorro y sin propiedades, aunque quizás cursaron estudios universitarios. No comparten el bienestar de la clase obrera, porque no tienen continuidad laboral ni prestaciones. Muchos son migrantes, buscándose la vida en otro idioma. Calan otra cultura. El precariado es visible en México, con la salvedad de que –socialmente- el gobierno federal (y la realidad) puso el tema en la palestra.      

Señala Guy Standing: “en Europa han aparecido organizaciones políticas que tiran sus redes hacia el precariado para ocupar espacios de poder político. Ha sucedido en Grecia, Irlanda, España, Portugal, Bélgica y Austria”. En América Latina puede hablarse de fenómenos similares en Brasil, Argentina, Colombia, Bolivia y Paraguay, aunque cada país tenga rasgos singulares, no repetibles. De cualquier modo, las ilusiones del precariado se despiertan cuando los políticos prometen sin medida y conectan con las expectativas de mejoría social. Esto explicaría fenómenos electorales inusuales, por parte de organizaciones políticas que sin trayecto histórico irrumpieron con fuerza en la disputa por el poder. En esta historia, MORENA está a prueba: sus programas de gobierno no deben quedar en proyectos temporales.

Continúa Standing: “Hay una insatisfacción social derivada de la crisis de la globalización y la incapacidad de los partidos políticos tradicionales para encauzar esa frustración”. De este modo, el río revuelto de la insatisfacción se dirige hacia los peces precarios: “Hoy los que están sacudiendo el mundo de la política son quienes se conectan con el precariado”, dice Standing. No es panorama deseable un uso político de las necesidades del precariado, por la ilusión generada vía marketing, sin acción pública posterior. Importa remarcar, en todo caso, que las necesidades del ciudadano precario deben formar parte de cualquier agenda política actual, no sólo de líderes que buscan el poder vía demagogia.

Cualquier agenda política, de derecha o de izquierda, tendría que profundizar el análisis de las condiciones sociales del ‘precariado’ y proponer estrategias claras, no vaguedades. En México, la continuidad de la 4T enfrenta ese reto que asoma en el horizonte electoral a la hora de seleccionar quién lo represente. ¿Y la oposición?

 ( vmsamano@hotmail.com)