ESCALA CRÍTICA

El saqueo a Pemex: una acción concertada, y no sólo de gasolinas

*Se formó un corporativo paralelo que competía con la empresa

*Una cortina de humo el “huachicoleo”; robo masivo y sistemático

*Investigación de Ana Lilia Pérez sobre el “cártel negro”, vigente

Víctor M. Sámano Labastida

PETRÓLEOS Mexicanos es la más acabada imagen de una industria extractora…pero también de una industria ordeñada. No sólo por los llamados “huachicoleros”, sino por los directivos y empleados coludidos con la venta clandestina de combustibles, por los gestores o coyotes en los contratos amafiados y en las “indemnizaciones” a presuntos afectados. En fin, se trataba casi de una práctica institucional. De esto hablamos con Ana Lilia Pérez, autora del libro “El Cártel Negro” en marzo del 2012, cuando nuestro buen amigo ya fallecido Alfredo Hernández Peñaloza nos invitó a comentar aquella arriesgada investigación periodística.

El presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó el domingo reciente que el robo de gasolinas adjudicado al “huachicoleo” en realidad fue “una farsa”, porque el saqueo a Pemex se permitía desde el gobierno y con la complicidad de los directivos de la empresa. “Se robaban 60 mil millones de pesos de combustibles al año, con el huachicoleo, nos hacían creer que era por la ordeña de los ductos, fue una cortina de humo, una farsa porque en realidad este robo se permitía desde el gobierno”, afirmó sostuvo durante la presentación del Programa de la Zona Libre de la Frontera Norte en Tijuana, Baja California.

LOS GRANDES Y LOS PEQUEÑOS

DE ACUERDO a las cifras conocidas, la ordeña en Pemex no sólo ocurría en las tomas clandestinas, sino en todo el sistema de conducción y transportación. El nuevo director de la empresa, Octavio Romero, calculó que en 2018 se robaban 58 mil 200 barriles al día. También se estima que eran más de 2 mil pipas las que no llegaban a su destino cada día. Se esfumaba un equivalente a 60 mil millones de pesos al año.

De acuerdo a López Obrador, el 80 por ciento del robo se cometía con apoyo de la red interna en Pemex; sólo el 20 por ciento de manera externa, en el denominado huachicoleo. Por cierto que en este último caso habrá que distinguir por lo menos dos maneras de operar: los ordeñadores controlados el crimen organizado y grupos de ladrones en pequeño ubicados en zonas por donde atraviesan los ductos. En Tabasco las estimaciones oficiales indican que unas diez mil familias del corredor Huimanguillo-Cárdenas se dedicaban a la ordeña hormiga de combustible; esta última modalidad, como se sabe, provocó graves accidentes.

En los años noventa el abogado Rafael López Cruz me comentó que quienes en aquel tiempo se dedicaban a la ordeña de ductos necesariamente conocían las denominadas “trampas del diablo” y algunos pormenores de la red de distribución de Pemex, porque de lo contrario se exponían a los siniestros.

Ahora, de acuerdo con lo dicho por el procurador general, Alejandro Gertz Manero, la clave en la red de robo de combustible se ubica precisamente en Pemex Logística, que es donde se monitorea la presión del flujo de hidrocarburos. Hay protocolos internos en la empresa que deben cumplirse.

UN VERDADERO CÁRTEL

CUANDO en marzo de 2012 acudió a Villahermosa la autora de “El Cártel Negro” comentamos en este espacio: “en enero de 2009, la periodista Ana Lilia Pérez tuvo que permanecer oculta, porque un juez de Guadalajara ordenó su arresto en respuesta a una denuncia del empresario gasero Jesús Zaragoza López, colaborador de la campaña de Felipe Calderón. La revista Contralínea denunció que la intención era castigar a la periodista por la investigación en la que salieron a relucir los contratos petroleros ilegales firmados por Juan Camilo Mouriño. Posiblemente ustedes recuerden al fallido y fallecido delfín de Calderón”.

Añadimos: “Las amenazas no espantaron a Ana Lilia, quien en 2010 logró ver publicado su libro “Camisas Azules, Manos Negras”, resultado de una investigación que inició en torno a Marta Sahagún, la esposa de Vicente Fox, y sus hijos, por sus negocios en Pemex”.

Pero la periodista no paró ahí. Siguió el hilo de sus hallazgos y un año después, en el 2011, pudo publicar “El Cártel Negro”, que llevó por subtítulo “Cómo el crimen organizado se ha apoderado de Pemex”.

Ese corporativo de intereses delincuenciales que Ana Lilia calificó como “el cártel negro”, y que se estructuró durante los gobiernos de Fox Quesada y Calderón Hinojosa, estaba integrado no sólo por contrabandistas y ordeñadores, sino también por funcionarios, empleados, empresarios, contratistas, inspectores, dirigentes y miembros del sindicato petrolero, políticos. En fin, toda una red que –según coincidieron en señalar la periodista Carmen Aristegui y el académico Edgardo Buscaglia-, se consolidó como una organización empresarial paralela que competía en el mercado con Pemex. Esto no podía ocurrir sin la protección, o por lo menos la complicidad, en la más alta jerarquía.

Anoté en aquel marzo de 2012: “En la obra de Ana Lilia se habla de más de una docena de delitos, muchos más. Desde la integración de compañías fantasmas y el conocido tráfico de influencias, hasta la ordeña de ductos, la venta de gasolina adulterada, la red de franquicias que sirven como fachada al lavado de dinero, el cobro de derechos de piso y venta de protección, el secuestro de técnicos y empleados de Pemex, los negocios de los altos directivos, el financiamiento de campañas políticas”.

Desmantelar esa red de intereses criminales no será fácil, pero es necesario.

AL MARGEN

¿Cuántas gasolinerías y cuántos gobiernos se abastecían de gasolinas pirata?, ¿cuántos han traficado con los vales para el servicio público? (vmsamano@hotmail.com)