Esperanza, un concepto alejado en plenas elecciones

Esperanza, un concepto alejado en plenas elecciones

Puntos Suspensivos

Esperanza, un concepto alejado en plenas elecciones

Wilber Albert

¿Habrá tiempo para la esperanza? La pregunta, en particular, viene por todas aquellas personas que perdieron un hogar y familiares en el pasado sismo del 19 de septiembre y también, no hay que olvidarlo, en los del 7 de septiembre en las zonas más pobres de Oaxaca y Chiapas.  En realidad fueron varios lugares afectados ese mes.

Se estructura el cuestionamiento por quienes continúan haciendo su vida en banquetas, refugios, viviendas improvisadas, arropados por el miedo de que se presente otro temblor, o de plano nunca puedan recuperar lo perdido.

Esperanza, de acuerdo al diccionario es “confianza de lograr una cosa o que se realice algo que se desea. Es igual el estado de ánimo optimista basado en la expectativa de resultados a eventos o resultados de la propia vida”

La religión, para algunas personas es un símbolo que puede darles esperanza, y se aferran para conseguirla, ayudadas de su fe.

Habitantes de la Ciudad de México, Morelos, Puebla, Oaxaca y Chiapas han declarado, a varios meses del fenómeno, que van perdiendo la esperanza de que se les pueda ayudar.

Bajo el frío, el calor o la lluvia, tienen que continuar (sobre) viviendo, sin importar el cómo, porque más bien buscan el para qué.

Derivado de esa desesperanza llega la impotencia, que se convierte en un traje que se ha pegado a la piel de los damnificados, sobre todo porque fueron objeto de promesas, principalmente del gobierno federal, que anunció una reconstrucción por 48 mil millones de pesos, ya que según las cifras, el sismo afectó a 12 millones de personas, y que a la fecha siguen esperando el apoyo.

El tema luego se convirtió en político, y en plena efervescencia electoral, los partidos políticos a nivel nacional vieron que podían captar votos, y con piel de oveja y para sacar ventajas electorales, algunos ofrecieron ayuda económica. De nuevo se presentó la esperanza, aunque al final no se supo el destino de ese dinero.

Ahora, los precandidatos del PRI-PVEM; Morena (PT-PES), y Frente Amplio (PRD-PAN-MC) están llenando de promesas a los mexicanos… y de esperanzas.

Ricardo Anaya, por ejemplo, señala que las familias mexicanas son lo más importante, y bajo el eslogan de “escribamos juntos una nueva historia”, el joven y exitoso panista inició su campaña.

José Antonio Meade, y su eslogan “lo conocerás no sólo por lo que hizo sino por lo que va a hacer”, y quien en cuestión de semanas dicen que ya está ganando encuestas.

Andrés Manuel López Obrador cifra su mensaje en el combate a la corrupción, presentándolo como la solución a todos nuestros males. No es tan simple.

La invasión mediática de los aspirantes es dispareja pero intensa, a tal grado que hoy se habla de honestidad, de terminar con la inseguridad, y sacar a México del subdesarrollo.

Hay a quienes por si fuera poco, no les importa violar la ley electoral, ya que aparecen sus nombres, rostros, e imágenes. ¿Puede establecerse una nueva conducta torciendo la legalidad?

Lo que no logran quitar del camino son las piedras que aún forman obstáculos para los miles de mexicanos que buscan vivir dignamente después del sismo.

Pero igual existe otra problemática, atender a los más de 50 millones de pobres en todo el país, donde no han dado resultado los programas sociales que bajan desde la Presidencia de la República.

Existen otros pendientes, y esa luz llamada esperanza se va extinguiendo, a tal grado que los mexicanos ya no encuentran salidas alentadoras, ni en los discursos de los presidenciables.

PARÉNTESIS

EN CASO de que los partidos políticos no llegaran a cumplir con la norma de paridad de género, el IEPCT adoptará medidas. El Secretario Ejecutivo, Roberto Félix López, sostuvo que se les iniciarían requerimientos para que cumplan en un máximo de 48 horas. Recordemos que en 2015 tuvieron que sustituir candidatos por candidatas ya iniciadas las campañas. Que no se repita.