Extorsionadores, y amigos y cómplices, con catalejo de largo alcance

Extorsionadores, y amigos y cómplices, con catalejo de largo alcance

Durante sus vacaciones estivales en un pueblo costero inglés, un joven extranjero solía coger una barca para bañarse desnudo mar adentro, a cubierto de miradas indiscretas. Al menos, eso creía. Hasta que se cruzó con el pastor de la iglesia local y le afeó su exhibicionismo. Dos señoritas de edad provecta habían acudido a la sacristía para testimoniarle su queja sobre la indecorosa conducta de aquella oveja descarriada. Asistían escandalizadas al espectáculo cotidiano de aquel descarado viajero al que, desde su casa de la playa, contemplaban como Dios lo trajo al mundo. Una vergüenza para el buen nombre de aquella puritana comunidad. Receptivo a la admonición sacerdotal, el buen turista se deshizo en disculpas justificándose en que creía que nadie podría verle a esa altura de la costa. No obstante, le prometía que la próxima se retiraría un par de millas más. Al cabo de una semana, el visitante volvió a toparse con el clérigo. Seguro estaba de que las castas parroquianas, pero bastante alcahuetas, habrían apaciguado su solivianto al habérselo quitado de su vista. Pero cuál no sería su asombro cuando le espetó: "¡Ay! Todavía ayer volvieron a suplicarme que interceda de nuevo con usted. Es cierto que se zambulle en una zona más apartada. Pero, aun así, le siguen avistando con un anteojo de larga alcance". Con ellas, no había manera, salvo agarrar el petate y borrarse de la faz del pueblo. En este texto, del diario El Mundo, nos vemos reflejados en Tabasco a la perfección. Porque desde hace décadas venimos quejándonos de la industria de la extorsión y reclamando que alguien hiciera algo por acabar con ella y ahora que el gobernador Adán Augusto López, valiente, ha tenido los arrestos para terminar de una vez por todas con esta lacra que nos retrata negativamente una manada de hipócritas han sacado su catalejo de largo alcance y han tergiversado e espíritu de la ley enviada a la Cámara de diputados del estado para exterminar estas prácticas. Aquel joven en cueros, independiente de donde se sumergiera y del trecho que pusiera de por medio, siempre incomodaría a aquellas meticonas, podía ser Adán Augusto López que, atendiendo a su actual circunstancia política y su responsabilidad ha decidido impedir que los extorsionadores, envueltos en aparentes sindicatos que son fantasma, sigan haciendo de las suyas y retrasando nuestro crecimiento e incorporación a la modernidad. No hay que hacerles el juego. Primordialmente porque, al margen de las decisiones radicales que se tomen, estos delincuentes, disfrazados de trabajadores, tenderán a seguir con sus prácticas y el gobernador a ser objeto de críticas de muchos a los que jamás contentará. Si vira, bromean con que es un veleta al albur del momento y, si se planta, por no comulgar con las ruedas de molino, le atizan por inflexible y desconectado de la realidad. Palo si boga y palo si no boga, como en la fábula de Esopo del molinero, el hijo y el asno. A diferencia de aquel veraneante, el gobernador AALH no es sólo víctima de la doble moral y de la hipocresía -la calle más larga del mundo porque empezó con la existencia y acabará con ella, según Quevedo- de sus cotillas vecinas, sino de un intento de acoso y desestabilización. Aquí no se dirime una cuestión de libertad de expresión, sino cómo se supeditan los intereses de los tabasqueños a los negocios de los extorsionadores.