Fin de partida

La política y los gobiernos no son un proceso continuo, sino una sucesión de partidas de ajedrez con la realidad

La política y los gobiernos no son un proceso continuo, sino una sucesión de partidas de ajedrez con la realidad. Las partidas empiezan y terminan regidas por los ritmos de aquella “fecundidad de lo inesperado” de que hablaba Proudhon.

El arte mayor del gobierno es lidiar con el azar, responder con eficacia a lo inesperado. Cada sacudida de lo inesperado sobre las rutinas y los planes de los gobiernos, cierra una partida de ajedrez y abre otra.

Creo que estamos en un fin de partida del gobierno de Andrés Manuel López Obrador con la realidad. El gobierno ha sido sacudido por dos grandes apariciones de lo inesperado: la movilización de las mujeres y la tormenta del coronavirus.

Las dos apariciones rebasan el proyecto, las promesas y los recursos del actual gobierno.

La primera porque habla por fuera de la caja mental del primer mandatario.

La segunda, porque sorprende al país en un estado económico crítico, creado por el propio gobierno.

La movilización de las mujeres del 8 y el 9 de marzo fue la efusión colectiva de un México que, ése sí , ya cambió.

Se trata de un cambio madurado largamente, no incluido en el discurso de la llamada 4T: el cambio de las mujeres que se hicieron presentes en las calles un día y se ausentaron de ellas al siguiente no convocadas por un partido, ni por un gobierno, sino por ellas mismas, por sus redes horizontales y por el más efectivo de sus lazos: el agravio compartido del machismo, la violencia, el abuso y la discriminación de género.

Lo importante de esta movilización no es que hayamos oído a las mujeres, sino que ellas se oyeron a sí mismas y se descubrieron unidas y movilizadas contra el mismo mal.

Sobre la fragilidad del gobierno para enfrentar el tsunami económico del coronavirus, no hay que insistir mucho: apenas puede exagerarse. Y falta el tsunami de la enfermedad misma.

Creo que gobierno y sociedad llegan en estos días a un fin de partida, y que la partida la pierde el gobierno. Hacia dentro, frente a las mujeres en movimiento; hacia fuera, frente los reveses de la globalización.