Hacen falta muchos ataúdes, muchos

En los Estados Unidos de Norteamérica se implementó en los años 90 un programa para reducir significativamente los accidentes de tráfico

En los Estados Unidos de Norteamérica se implementó en los años 90 un programa para reducir significativamente los accidentes de tráfico, provocados por el consumo de alcohol entre los jóvenes, que ha producido unos resultados espectaculares y que está basado principalmente en que los jueces además de castigarles con sustanciosas sanciones y multas económicas les aplicaban dentro de la pena la obligatoriedad de presenciar un determinado número de autopsias de los fallecidos en las carreteras. Ni los controles de alcohol de policía instalados en las ciudades en las horas nocturnas, ni las sanciones en efectivo, ni siquiera la cárcel tuvieron tanto éxito como el que los infractores estuvieran obligados a presenciar en directo las consecuencias de manejar un vehículo bajo los efectos del alcohol. Es decir: Los enfrentan con la realidad del daño social por su irresponsabilidad. Y los resultados son un verdadero descenso en el número de infracciones cometidas por los jóvenes conductores norteamericanos bajo los efectos del alcohol, especialmente durante los años noventa. Tras analizar las posibles causas del mismo, se llega a la conclusión de que la explicación más plausible de este fenómeno residiría en la estrategia de choque aplicada en el país, basada en la obligatoriedad de presenciar la realización de autopsias de los accidentados que acabaron con su vida, hecho en el que al final los condenados a sufrir esta tremenda experiencia, se veían reflejados. Es decir, que en la plancha de los cadáveres pueden imaginarse a sí mismos de persistir en su hábito terrible de beber alcohol y conducir un vehículo de motor. Y todo lo anterior combinado con una política contra el alcohol muy estricta (la policía tiene amplios poderes, las infracciones son severamente castigadas, el límite de alcohol tolerado para conducir muy bajo). Haciendo un traslado de la idea podemos decir que aplicada a la pandemia del Covid 19 han faltado, y siguen haciendo falta, las imágenes en fotografías y videos de muchos ataúdes a las puertas de los hospitales que concentran a los enfermos del CORONAVIRUS. A la vista de las cifras de contagiados y muertos en México, pero especialmente en Tabasco, no estaría nada mal copiar esta medida drástica para que la gente comprenda que las medidas de prevención no son una sugerencia, ni protegen tan solo a quien las acata, sino que es una obligación ciudadana ya que a todos como colectivo nos importa. No es posible que a estas alturas sigamos contemplando diariamente en redes sociales o en los comentarios con familiares y amigos como se mantiene la cifra de contagios y muertes impasibles, como si no fuera con nosotros este problema, o aceptando de antemano hasta la mismísima muerte por no ser capaces de regular nuestra convivencia de forma civilizada, responsable y con la debida conciencia colectiva, de grupo, que tiene el nombre gentilicio de nuestra tierra: Tabasqueños. Hacen falta muchas fotos de ataúdes en los periódicos y muchos videos de ataúdes en las televisiones para que se comprenda que estamos en un asunto de vida o muerte. No solo física, sino moral, como seres individuales, sino libremente gregarios que asumimos responsabilidades colectivas. Por eso, desde aquí, pido que hagamos evidente nuestra molestia e indignación con aquellas conductas que no respeten las medidas de seguridad que exigen las autoridades y el más mínimo sentido común. Y también propongo que hagamos públicos los ataúdes…muchos…todos los que son, sin esconder por una falsa morbosidad ni uno.