Hacer arte, Tomás Mejía en su trinchera

Es un espacio donde cada obra nos lleva a la reflexión: a pensar incluso sobre nuestros orígenes o la lucha por la vida

Hace unos días visité un lugar llamado la “Trinchera del Arte”, ubicado en pleno centro de Villahermosa. Es una galería donde se aprecian cuadros y esculturas. Es un espacio donde cada obra nos lleva a la reflexión: a pensar incluso sobre nuestros orígenes o la lucha por la vida.

El anfitrión es el artista plástico Tomás Mejía, originario de Tabasco, quien se describe como un hombre en libertad, quien no solo despierta interés por sus cuadros sino por el relieve de su discurso, palabras que borda con hojas de otoño ante la pasión por el pincel, los colores y el lienzo.

Tomás Mejía nació con ese talento, el de comunicar a través de cada trazo. La disciplina que demuestra en sus obras tiene la fuerza para quedar admirado por horas frente a él.

La Trinchera del Arte es un punto asociado a la naturaleza, al hombre, a la mujer, al infinito, al saber, al medio ambiente. Es como una brújula que nos lleva de la mano a encontrarnos, y por qué no, a reencontrarnos con el alma.

Ahí podemos abrir los brazos, respirar profundamente, cerrar los ojos, dar vueltas como un niño, o quizás, paralizarnos.

No existe un código. Solo se trata del disfrute. Del ir y venir jugando con los papalotes de Toledo hasta reír a carcajadas.

Luego podemos sentarnos en un mimbre, y desde ahí admirar… racimos de plátanos, mujeres comiendo naranjas, pitahayas, sentir casi de cerca una gran águila con toda la fuerza que emana.

Tomás nos dice que es su mundo mágico, donde mueve las manos, baila, canta, e incluso escucha a los tamborileros, esos hombrecillos en bronce que nos dan identidad.

La misma identidad que este pintor-muralista nos comparte y que ha llevado con orgullo a lugares dentro y fuera de México. ¡Sí!, porque también se puede ser profeta en su tierra.

El hombre moreno y de cabellera larga habla: “Tengo un gusto por el arte porque combino deseo, pasión, técnica y profesionalización”.

En su lenguaje, también lleno de colores, como escribiera su poesía el maestro Carlos Pellicer, sobresale siempre la palabra naturaleza, casado con ella, a lo que responde: “en mis venas llevo siempre lo verde”.

Su conciencia social lo ha llevado muchas veces a mantenerlo… atrincherado, lugar que le permite disparar destellos de sensibilidad y humanismo.

Pero la Trinchera no se queda ahí, porque además conjuga música, teatro y formación educativa, que lo mismo sirve para conceptualizar, ensayar, criticar y empuñar una mano en señal de protesta.

¡El escenario está listo!, vayamos pues a la Trinchera del Arte. Platiquemos con Tomás Mejía. Contagiémonos de color, de su espontaneidad, su sencillez animosa, su cultura, del hombre que un día se quiso convertir en ceiba.

“El artista debe ser libre –nos repite- auténtico. En el caso del arte debe ser aunado a su identidad y su desarrollo cultural, en el momento que va proyectando su vida”.

Al final, con copa en mano, ambos decimos ¡salud!.. salud por sus 51 años de vida.

PARÉNTESIS

En el hospital de Pemex desafortunadamente se confirmó otro deceso, con esto suman cuatro las víctimas fatales por la Heparina Sódica contaminada que se suministró a pacientes en tratamiento de hemodiálisis. Hay medios que insisten en que son diez los decesos, pero con versiones sólo “de oídas”  ¿informar o desinformar? No se vale jugar con la vida y la tragedia.  (kundera_w@hotmail.com)