Hacia Juárez y de regreso

Cada vez que el pueblo mexicano ha dejado atrás las “medias tintas”, como sugiere el Presidente que hay que hacer ahora, cada vez que se ha definido y polarizado en serio

Cada vez que el pueblo mexicano ha dejado atrás las “medias tintas”, como sugiere el Presidente que hay que hacer ahora, cada vez que se ha definido y polarizado en serio, le ha ido como en feria.

Visto históricamente, México es un país que aguanta mucho, pero cuando estalla lo hace salvajemente y tarda mucho tiempo en reponerse de sus estallidos. Ha sido así desde la guerra de Independencia, pasando por las de Reforma, por la Revolución Mexicana de 1910 y por la Cristiada, de hecho, una guerra civil, en los años veintes y treintas del siglo pasado.

La polarización que exige el Presidente para el México de hoy, el fin de las “medias tintas” entre “liberales” y “conservadores”, desató en nuestro siglo XIX las guerras de Reforma y de Intervención (1857-1867), unas de las más sangrientas y destructivas de nuestra historia.

A lo largo de esa década violenta subió al poder Benito Juárez, inspiración del presidente López Obrador.

Juárez se hizo del Poder Ejecutivo durante la guerra y gobernó por decreto, como exigían los tiempos. Gobernó también por decreto, como Presidente electo, en los años siguientes a la victoria militar, entre 1867 y 1872, sin poder nunca aterrizar sus poderes extraordinarios en las instituciones del gobierno liberal que pregonaba.

El país no se curó de sus heridas de aquellas décadas, ni alcanzó la paz, sino durante los años de gobierno de Porfirio Díaz (1877-1880 y 1884-1910). Esos años son en la visión histórica del Presidente la funesta precursoría de la era neoliberal que hoy él derriba pieza a pieza.

No sé si el presidente López Obrador quiere que el país pague costos similares a los del siglo XIX por una nueva polarización nacional entre liberales y conservadores: una década de violencia que termina en lo que él juzga una dictadura.

Eso es lo que produjo la polarización histórica de liberales y conservadores en el siglo XIX. La analogía de aquellos tiempos con estos no tiene pies ni cabeza para la mirada histórica. Lo que sigue siendo una verdad de a kilo es que cada vez que México se ha polarizado en serio, le ha ido como en feria.