Haciendo patria juntando los pedazos rotos

Haciendo patria juntando los pedazos rotos

No hay forma de saltarse unas reglas que no hemos puesto pero que tenemos que acatar. Somos nosotros, unos más, otros menos, y algunos nada, los que tenemos que supeditarnos a abonar la tarifa de la CFE. Los tiempos son verdaderamente malos cuando se esperan otros peores, pero mientras hablamos de ajustes al recibo de la luz, que siempre es una forma de distraerse, ahora que México está paralizado y en shock a la vista del amplio menú de problemas graves, gravísimos y de imposible resolución, que se nos ha exhibido en las últimas semanas. Todos estos inconvenientes van a parar directamente a nuestras carteras. El asalto a nuestras carteras, sabiendo que es la zona más erógena del organismo humano, nos trae a mal traer porque no hay quien viva con ese pendiente de cuanto costarán las cosas dentro de media hora. La cuerda está tan floja, que se han descubierto varias fórmulas más rentables de engañarnos a todos que la de prometernos la paz y la prosperidad, y es la de pedir préstamos para el ayuntamiento de Centro de ¡¡¡16 mil millones!!! , que avalarán las nuevas generaciones. Todos los caminos conducen a nuestra cartera y se quedan en el mismo sitio. ¿Para qué ir más lejos si luego hay que volver a las andadas? Son ganas de marearnos a todos. El Gobierno Federal, en un alarde de generosidad en defensa propia, dará 30 millones de dólares a varios países de la región para contener la migración. Que digo, que ahora que el Presidente AMLO habla casi diario Trump le podría plantear que se repartieran el esfuerzo, porque al final le frenamos los visitantes no deseados y además hasta les damos de comer y dormir, y les hacemos creer que aquí está el paso hacia el paraíso prometido, sin darse cuenta de que en realidad es un punto final de su viaje a la quimera. Organizaciones de  Ayuda al Refugiado han reclamado una investigación independiente sobre las condiciones en las que tratamos a los migrantes, pero les han dicho que la pongan en espera y que aguarden su turno. Por suerte, que no por falta de información, no somos conscientes de lo que nos espera. Lo que llaman derecha tampoco lo tiene claro. ¿Qué puede hacer el si cuando el Presidente les descubre su golpe de estado de juguete y vuelven la vista atrás comprueban que cada vez tienen menos seguidores? Mientras los “derechones” juegan a la guerra, los hambrientos de verdad siguen viniendo a México, cada vez con más apetito. Se ha acabado aquel tiempo cancionero donde decíamos eso de “qué buen vasallo si hubiera buen señor”. Los vasallos somos tan malos como los señores. La diferencia es que ahora nos llaman votantes. Construir patria con materiales de derribo tiene su mérito porque sabemos que nunca queda como nueva. El asalto al cielo, cuando no se tienen pértigas, es especialmente dificultoso, pero hay que intentarlo una y otra vez. El desánimo nos lo hemos prohibido algunos. Sabemos que lo peor de caerse es tener que levantarse para recogernos del suelo a puro pulso.