Gibraltar, el último enclave colonial en Europa

La corte de la corona de Castilla, apoyó al Borbón, pero la corte de la corona de Aragón se pronunció por el pretendiente austriaco...


Carlos II, el último de los Austrias en España, mure el 1 de noviembre de 1700  sin dejar descendencia directa. Previamente  ese mismo año se había firmado en Londres  el segundo Tratado de Repartición, signado por las potencias europeas, mediante el cual se declaraba heredero de la corona española al archiduque Carlos de Austria, por considerarlo el de mayores derechos. Sin embargo,  el soberano español, que murió ese mismo año, dejó un testamento en el que nombraba heredero a su sobrino nieto  Felipe de Anjou, nieto de Luis  XIV, y de inmediato el Rey Sol lo presentó en la corte de Versalles como el nuevo rey de España y se trasladó a Madrid y asumió su cargo como Felipe V inaugurando la dinastía de los borbones hispanos.

La corte de la corona de Castilla, apoyó al Borbón, pero la corte de la corona de Aragón se pronunció  por el pretendiente austriaco que se trasladó a Barcelona. El parlamento francés conservó la carta de prelación al trono galo de Felipe de Anjou y el mismo Luis  XIV declaró que este conservaba sus derechos en Francia, lo que provocó, ante el temor de que una persona llevara las dos coronas y la creación de una superpotencia franco-española, que se creara una alianza de Inglaterra-Holanda-Austria, que declaró la guerra a Francia y España y el 4 de agosto de  1704 una flota de esta alianza, liderada por Inglaterra, tomó el peñón de Gibraltar en nombre del pretendiente austriaco, iniciando la guerra de sucesión española.

Esta conflagración  terminó  el 13 de julio de 1713 con la firma de los tratados de Utrecht,  desastrosos para España, que perdió todas sus posesiones en Europa: Cerdeña, Flandes, Milanesado  (norte de Italia), Paises Bajos Españoles (Bélgica y Luxemburgo), y Nápoles, que pasaron a poder de Austria y Sicilia que pasó a Saboya.

Inglaterra fue la más beneficiada a costa de España y Francia.  El Artículo X de dicho Tratado establece " El Rey Católico (Felipe V) por si y por sus herederos y sucesores, cede por este Tratado a la Corona de Gran Bretaña  la plena y entera propiedad de la ciudad y castillos de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen, dando la dicha propiedad  absolutamente para que la tenga y goce con entero derecho y para siempre, sin excepción ni impedimento alguno...".

También por este tratado España cedió  a los ingleses  la propiedad de  Menorca, con lo que controló el tráfico y comercio en el mediterráneo, la exclusividad en el tráfico de esclavos y el llamado "barco del permiso" que le permitió la apertura de todos los puertos en América al comercio inglés, lo que también permitió el declive de las incursiones piratas, prohijadas por Inglaterra, y de las que fuimos víctimas en Tabasco, tanto en el viejo Mezcalapa, hoy Rio Seco, como en el Grijalva.

Por  su parte Francia le cedió Terranova y la Bahía de Hudson, (el futuro Canadá) e islas en el Caribe. Todo esto sentó las bases para la prosperidad y posterior creación del Imperio Inglés. Desde luego, en este tratado se estableció que las coronas de Francia y España nunca  podrían recaer  en una misma persona.

El ala de la corona de Aragón, que incluía Valencia y con centro en Barcelona , fue abandonada por los austriacos, pues el pretendiente Carlos se trasladó a Francfort donde fue coronado  emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico, que desaparecería 100 años más tarde , tras las guerras napoleónicas,  y después  de una férrea resistencia,  Barcelona, sitiada, fue vencida y los catalanes perdieron su autonomía y privilegios.

España recuperó Menorca, cien años después, pero no ha podido rescatar   Gibraltar.  Su población española fue expulsada  a la vecina ciudad  de San Roque, en la llamada "línea". A su  final, este tratado  pacta: "Que si en algún tiempo, a la Corona de Gran Bretaña le pareciere conveniente dar, vender, enajenar o abandonar de cualquier modo la propiedad de Gibraltar, se ha convenido por medio de este tratado que se dará a España la primera acción, antes que a otros, para redimirla."

Y es en base a esta última cláusula que España finca sus esperanzas para recuperar esta parte de su territorio, el último enclave colonial en Europa , perdido hace 300 años, y que Inglaterra se empeña en retener, a pesar de las declaraciones  de las Naciones Unidas, favorables a España. (Resoluciones  1514/XV de 14 de diciembre de 1960, 2429/XXIII de 18 de diciembre de 1968 y otras más).

Es inaceptable que España acepte y permita la existencia de una colonia, un dominio extranjero, en su propio territorio, en su propio corazón. ¿Dónde está el arrojo de los que se lanzaron  a descubrir mundos y dieron la vuelta a la tierra por primera vez? ¿Dónde la intrepidez de aquellos que construyeron un imperio en cuyos límites no se ocultaba el sol? Tan fuerte fue el golpe de amodorramiento producido por la iglesia,  que no pueden  despertar y  con una simple marcha en pocas horas ocupar ese pequeño territorio? Ay! España, España, tan dócil con los ingleses y los gringos, tan insolente con los que la respetamos.