Hidrocarburo, un reto que tiene raíz de corrupción

Hidrocarburo, un reto que tiene raíz de corrupción

A casi cinco años de la aprobación de la llamada reforma petrolera, los mexicanos continúan esperando beneficios de las modificaciones legales que permiten la entrada de terceros en los procesos de la industria petrolera que hasta el año 2013 estaba destinado exclusivamente al gobierno mexicano.

Una de las promesas que se encargaron de difundir los promotores de dichos cambios fue que los precios de los energéticos, gasolina, gas LP y energía eléctrica bajarían de precio.

Ante la entrada de competidores que lucharían encarnizadamente por ofrecer los precios más bajos a los consumidores y estos serían los beneficiarios. Nunca ocurrió.

Hoy sabemos que todo fue plan con maña, hasta ahora. Los números no mienten. La Secretaría de Hacienda y Crédito Público por un lado asfixiaba a la petrolera mexicana dejando de destinar recursos para sus actividades.

Este recorte presupuestario se reflejó en el cierre de pozos petroleros en todo el país, ya sea de forma temporal o de forma definitiva. Los datos señalan que en esta administración federal cerraron más de 4 mil pozos del hidrocarburo ante la falta de recursos para proporcionarle el mantenimiento necesario.

Como consecuencia directa de esta acción financiera de Hacienda la extracción petrolera disminuyo y se redujo el envío del crudo a las refinerías mexicanas para su procesamiento. La producción de productos refinados disminuyó en 486 mil barriles diarios procesados en las factorías locales. La dependencia energética creció cada vez más.

Las seis refinerías mexicanas trabajan hoy a menos del 50% de su capacidad instalada. La de peor situación es la de Madero, que solo trabaja al 22 por ciento de su capacidad instalada.

La respuesta del gobierno federal ante la parálisis energética ha recurrido a la importación de gasolinas a diversos países, actividad comercial que realiza la petrolera mexicana mediante sus filiales internacionales.

La importación de gasolinas se ha incrementado en la actual administración federal en 214 mil barriles diarios. Llegando a importarse en junio de este 2018 más de 590 mil barriles diarios que representan cerca del 80 por ciento del combustible que se consume diariamente en nuestro país.

En dólares se ha pagado más de 70 mil millones de dólares por la gasolina que se compra en el exterior.

Las ganancias por importar gasolinas prácticamente son del 100 por ciento; que se obtiene del usuario del energético que sigue esperando los beneficios de la reforma petrolera.

Sin embargo, el uno de julio la ciudadanía mexicana decidió dar un giro a la actual política energética de México y en la figura de Andrés Manuel López Obrador se buscará levantar la producción de las refinerías instaladas, y crear una nueva en Paraíso, Tabasco.

El plan propuesto por el presidente electo pasa por reactivar la extracción petrolera, revisar los contratos firmados con empresas extranjeras para la extracción de crudo en diversos campos mexicanos y prohibición del fracking.

A la cabeza de la petrolera mexicana estará Octavio Romero Oropeza, un tabasqueño conocedor del tema y de los pendientes históricos del petróleo con la entidad y el sureste, en particular con las comunidades donde se extrae la riqueza nacional.

El cambio de gobierno fue necesario para que la renta petrolera pueda reflejarse en los bolsillos de todos los mexicanos de hora y de mañana. El reto es grande.