OPINIÓN

Honrar el título de Don
14/03/2022

Honrar el título de Don

Don Enrique:

Es regla del buen periodismo prescindir de títulos al citar personajes y, más aún, evitar las mayúsculas cuando se mencionan cargos.

Pocas veces usa un periodista el tratamiento de don y mucho menos con mayúscula, como ahora lo hago no sólo por ser comienzo de texto sino como reconocimiento, respeto y admiración que, más que intención personal de parte mía, es resultado de su propio actuar en la vida.

Los hados y mi ángel guardián me son propicios con el pretexto de su cumpleaños, hoy domingo, para insistir en un tratamiento, un título, una distinción que se gana en el terreno de la hombría, como deben saber aquellos que sólo escalan posiciones con los vientos sexenales ya de la parentela, la amistad o las complicidades.

Las hemerotecas —esas pruebas vivientes de la prensa, donde los periodistas dejamos nuestros aciertos y nuestros errores— dan cuenta de que digo la verdad: como hoy que le felicito, Don Enrique, he mencionado ese timbre que denota nobleza reconocida, para citar a muy pocos personajes. A don Manuel R. Mora, humanismo en el poder; don Carlos Madrazo, vida en acción; don Mario Trujillo, amistad y lealtad, don Enrique González Pedrero, por citar algunos que, como usted, han tenido la distinción de gobernar Tabasco.

Don he llamado, también, a mis maestros: don Jorge Calles, don Luis C. Márquez, don Florentino Hernández Bautista. Y a otros que, como usted, se han ganado un lugar en la historia: don Trino Malpica, don Jesús Sibilla Zurita, don Aquiles Calderón Marchena, don Carlos Cabal Mérito, don Manuel Llergo.

Todos ellos, y usted, don Enrique Priego Oropeza, honran el tratamiento de Don que el pueblo concede, como lo honró Alonso de Quijano al ser armado caballero: Don Quijote de la Mancha.

Cada uno en su espacio y tiempo ha “desfacido” entuertos y ha enfrentado molinos de viento, soñado en un mundo mejor, lo que es bueno recordar hoy que usted cumple años, y cuando algunos usufructúan el título de “don” como se ve en la propia novela de Cervantes con el traidor don Fernando, Cardenio y Luscinda.

¡Felicidades, don Enrique!



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