INE: Hechos y Datos
El hoy Instituto Nacional Electoral nació como instituto federal en octubre de 1990
Hoy, el futuro del Instituto Nacional Electoral está en juego y la existencia de una de las instituciones que hizo posible el tránsito de un régimen autoritario a otro más competido y abierto corre peligro. Para entender el acoso al que está siendo sometido es necesario tener en cuenta varios hechos y datos.
Uno.- El hoy Instituto Nacional Electoral nació como instituto federal en octubre de 1990 y estuvo controlado por el gobierno a través de la Secretaría de Gobernación hasta el año de 1996, cuando el Congreso lo independizó y lo convirtió en instituto ciudadano. Antes, las elecciones eran organizadas y controladas por el Gobierno Federal lo cual, en buena medida, favoreció la permanencia del PRI en el poder de manera prácticamente incuestionada.
Dos.- El 4 de abril de 2014, el instituto pasó a ser Nacional por lo que se convirtió en co-responsable de las elecciones locales en todo el país.
Tres.- Su creación fue resultado de las exigencias fuertes y amplias de la sociedad mexicana por nivelar la competencia electoral y hacer posible la alternancia en los poderes. La formación de la organización también tiene por detrás el compromiso y la dedicación de muchos académicos e intelectuales de todas las orientaciones cuya preocupación no ha sido otra que concretar una institución que satisfaga las exigencias de limpieza política de los mexicanos.
Cuatro.- Gracias a la independencia del instituto y de la existencia de reglas claras para la competencia electoral, la entonces llamada Jefatura de Gobierno del Distrito Federal (hoy Ciudad de México) fue disputada en una elección abierta por vez primera en 1997 y el PRD, partido de izquierda con Cuauhtémoc Cárdenas como su candidato, se hizo de ella. Hasta ese momento, la jefatura era un cargo administrativo cuyo titular era designado por el presidente de la República. También gracias a la independencia del instituto, fueron posibles los triunfos de Vicente Fox y Felipe Calderón, del PAN, en 2000 y 2006, respectivamente, así como el de Andrés Manuel López Obrador, en el 2018. El regreso del PRI, con Peña Nieto en 2012, también fue resultado del castigo que la ciudadanía pudo aplicar a Acción Nacional al juzgar deficiente su desempeño de doce años.
Cinco.- El instituto es, pues, producto de la inconformidad de la sociedad mexicana con el ejercicio autoritario del poder y no, como se quiere hacer aparecer, un instrumento del llamado PRIAN. Esta afirmación debe ser atendida con mucho cuidado porque implica una omisión grave y una falsedad. La omisión consiste en desaparecer las luchas por la democracia de muchísimos grupos políticos y sociales a lo largo de muchos años y el trabajo honesto de muchos intelectuales. La falsedad, en fusionar en una etiqueta la historia y desempeño de dos partidos diferentes. El PRIAN no existe, es una creación del discurso simplista que quiere hacer creer que los dos partidos son lo mismo (cuya identidad estaría basada en la corrupción) para contrastarlo con la supuesta pureza de Morena y ocultar que en sus filas militan muchísimos políticos que antes lo hicieron en los partidos hoy considerados fuente de corrupción y forjadores de la desgracia nacional.
Seis.- Datos duros del organismo:
el instituto, en sus siete años de existencia, ha organizado 200 procesos electorales, 196 de ellos, de tipo local. En promedio, en 60% de esas elecciones el electorado ha optado por la alternancia, lo cual es evidencia de que la ciudadanía toma el voto como instrumento de rendición de cuentas, asunto de primerísima importancia en una sociedad democrática;
el instituto es la tercera institución, después del ejército y la Guardia Nacional, en la que la población tiene más confianza. Los partidos políticos, los políticos y los medios de comunicación suscitan la mayor desconfianza, en cambio;
hasta esta fecha, el instituto tenía registrados el doble de voluntarios requeridos para hacer posible la jornada electoral;
a pesar de que en el presupuesto federal de este año no está considerada cantidad alguna para efectuar la consulta popular que por encargo del Congreso el instituto deberá realizar el 1 de agosto, ésta se efectuará y no habrá excusa para no realizarla.
Siete.- Como bien lo ha dejado en claro José Woldenberg, ningún presidente había atacado tanto al instituto como lo ha hecho López Obrador. Tampoco ningún candidato había amenazado a los miembros de su Consejo General como lo hizo Félix Salgado. Este escenario de acusaciones y agresiones ha propiciado que miles de seguidores del presidente acusen al instituto de “atentar contra la democracia” y claman su recomposición.
No deja de ser interesante que una institución que ha sido pilar importante de la superación del modelo autoritario priísta sea blanco de críticas y amenazas en nombre de la democracia. Lo que no se quiere ver es que detrás de estos embates hay un interés por involucionar al instituto y a su compromiso con la apertura democrática. El instituto electoral es la respuesta de una sociedad cuya conciencia política cuestionó el desarrollo autoritario de un estado que encontró en el poder centralizado en la presidencia y en el control político de un partido hegemónico respuesta a los conflictos entre los grupos políticos que hicieron posible el triunfo revolucionario. Sin duda, el instituto es perfectible y posiblemente podría ser menos costoso. Sin embargo, las críticas actuales no persiguen en realidad ni darle mejor forma, ni reducir sus costos sin afectar su funcionalidad. Lo que se pretende es cortar su poder arbitral para revertir las ganancias democráticas. El proyecto político del presidente asume, erróneamente, que la transformación de México sólo es posible con la concentración del poder y con un mando único. Esto no es otra cosa sino regresar al modelo político diseñado décadas atrás por el PRI, partido al que curiosamente se le achaca ser, junto con el PAN, promotor de todos los problemas nacionales.
El INE no es un instrumento de dominación de ningún partido. Su historia y los hechos demuestran lo contrario. Pero el afán autoritario reduce su realidad y trayectoria con un discurso tan falso como simplista. El futuro del INE y las posibilidades del país de seguir caminando hacia estadios más democráticos están en riesgo.