Inicio de año: tomar un nuevo impulso para afrontar la vida

Hay momentos en los que es inevitable sentir cómo el tiempo escapa en una loca fuga y, por más que nos afanemos

Hay momentos en los que es inevitable sentir cómo el tiempo escapa en una loca fuga y, por más que nos afanemos, también se nos escurre como agua entre las manos. Una sensación que es más sentida y frecuente conforme cada uno acumula las experiencias que puede. Empezar un calendario es uno de esos momentos. 

Lo usual de terminar un año e iniciar otro es pensar en lo que hicimos, lo que no, lo que nos proponemos, etcétera. Más allá de lo individual, también hay situaciones colectivas que remarcan la sensación de transitar en el tiempo. El año nuevo para recibir al 2000 fue muy significativo porque implicaba abrirle la puerta al nuevo milenio; la humanidad vivió una especie de euforia que ahora parece más bien ilusa y desgastada, tomando en cuenta todo lo que ha ocurrido desde entonces, hace más de dos décadas.

Así también otros acontecimientos históricos marcan esa pauta. Por ejemplo, cuando fallecen figuras conocidas en todo el orbe, como Pelé. Con su muerte, de algún modo, surge la sensación de que termina una era. Se coronó como Rey del Futbol cuando se alzó campeón, junto con Brasil, de la copa mundial de 1958. Tenía apenas 17 años, los videos que existen de sus jugadas de entonces están en blanco y negro. Cuánto ha cambiado el mundo desde entonces.

El cambio es la única constante, pero también siempre hay algo que permanece. Los que nacieron en el 2000 son ya adultos jóvenes en edad de hacerse cargo de sí mismos, muchos no conocieron a Pelé más que en nombre, pero crecieron viendo las hazañas de Lionel Messi (que usaba el número 10, como Pelé). Los mundiales siguen siendo un gran negocio, una locura transitoria. Un espectáculo que ayuda a muchos a olvidar las miserias cotidianas, grandes y pequeñas.

Es fácil perderse en la avalancha de buenos propósitos bien intencionados e irreales. Dejar de fumar, perder tantos kilos, salir de viaje... Hay muchos para quienes simplemente mantenerse con vida o salud es un propósito suficiente, más que difícil. Para evitar decepcionarnos tan pronto, para resistir mejor los embates del año que nace, hay que recordar que solo podemos tener control de lo que depende enteramente de nosotros mismos. Recordarlo cada vez que algo se nos sale de las manos por causas externas, así como también, porque fuimos demasiado complacientes o negligentes.

Unos han tenido que retomar asuntos que quedaron suspendidos por la pandemia, otros han tenido que dar un giro de 180 grados a su vida, encontrar otra manera de ganársela, estudiar o dedicarse a algo completamente distinto. Muchas veces por necesidad, más que por deseo. Quizá más que dedicarnos a soñar lo que quisiéramos y no podemos alcanzar tan fácilmente, deberíamos empezar el año asumiendo la realidad. Partir de lo que somos y las herramientas que tenemos, para luego afinar el rumbo si es necesario.

Algunos consideran que es absurdo conmemorar el inicio de un año nuevo, porque el calendario no marca más que un ciclo en que la Tierra da vuelta al Sol. Un cumpleaños es otro de esos ciclos, en otro punto del calendario, quizá más significativo para algunas personas. Otro de esos momentos en que uno recuerda que el tiempo pasa, y puede ver los estragos de su paso en la propia humanidad, ante cualquier espejo. 

Lo cierto es que, aunque se fijen puntos de partida y fin más o menos arbitrarios, los ciclos existen y somos dados a celebrarlos. En diferentes culturas, antes estos rituales estuvieron asociados a los dioses, eran temporadas de relevar autoridades, de iniciar los preparativos para trabajar en el campo, reparar la casa, en fin, toda una época asociada a la renovación.

No podemos nacer de nuevo, como el año. Pero sí podemos renovarnos aunque sea un poco. O tratar de mantenernos, al menos. Siempre es posible y deseable tomar un nuevo impulso para afrontar la vida con sus dificultades de todos los días. Para sacarle el mayor provecho posible, antes que sea se nos pase todavía más tiempo que no podremos recuperar.