ÍNTEGRAmente
23/10/2025
Padres presentes pero ausentes
Hoy en día, hay muchos padres que físicamente están con sus hijos, pero que emocionalmente no están conectando con ellos, probablemente, estén ocupados contestando a un whatsapp, leyendo el periódico, poniendo una lavadora, etc. Enfundados en sus preocupaciones cotidianas y mundos particulares, no se dan cuenta que los niños tienen la capacidad de notar esto, percibiendo esa descuidada y fría lejanía, ese estar ausente, ese vacío que lo queramos o no, puede dejar huella en ellos y posiblemente, esos niños se convertirán también el día de mañana en adolescentes ausentes.
Estar sin realmente estar, esta es una idea que pasa tan desapercibida, que no nos detenemos un momento a reflexionar sobre la cantidad y calidad de tiempo que pasamos con nuestros hijos. La cuestión que debemos plantearnos es: ¿qué es más importante la cantidad o la calidad de este tiempo? Actualmente por nuestras obligaciones diarias, no podemos dedicar a nuestros hijos todo el tiempo que nos gustaría y no por ello hemos de sentirnos culpables. Debemos ser conscientes de que es mucho más importante la calidad de ese tiempo y bastaría con dedicarles en exclusividad quince minutos al día, es decir, estar por y para él de forma auténtica, sincera y plena.
Para educar a un niño no basta con darle un techo, sustento y un colegio. Los niños tienen necesidades emocionales que deben ser satisfechas para que su desarrollo psíquico y emocional se constituya con normalidad. Una de las preocupaciones actuales como padres es perder la conexión con nuestros hijos; el efecto más inmediato de estar presente físicamente pero ausente emocionalmente, es que el niño se siente solo, defraudado y rechazado, pudiendo desarrollar baja autoestima e inseguridad.
Que hacer:
Escucha a tus hijos: Escuchar es mirar a los ojos y dar importancia a cada palabra que nos digan los niños, por muy ingenuo o raro que sea su razonamiento. Si aprendemos a escucharles, aprenderemos a conocerles y responder mejor a sus necesidades.
Expresar los sentimientos: Aunque parezca que los niños deben estar al margen de todo, se enteran de más cosas de las que pensamos, absorben todos nuestros estados de ánimo, lo notan y lo acusan. Antes de estar ausente, quizá deberíamos explicarle a nuestros hijos que hoy no tenemos un buen día. El niño aprenderá lo que es la empatía y que todos nos podemos sentir mal o agobiados algunas veces.
Busca momentos de complicidad cotidiana: Hay momentos que deben convertirse en rituales obligados para compartir tiempo con tus hijos. Esas charlas mientras comemos, esos cuentos y conversaciones antes de dormir, son instantes que crean marcas emocionales en los niños.
Potencia su imaginación: El juego es la forma más natural e innata que tiene el niño para aprender y divertirse; es su herramienta de desarrollo y sería conveniente que de alguna manera los padres formasen parte de esos juegos. Con tan sólo unos minutos al día sería suficiente.
Contacto corporal: Hasta los doce años, los niños aprenden más a través del contacto corporal, necesitan esa estimulación "táctil-amorosa" que sólo producen los abrazos, los besos, las caricias. Por lo tanto, dedica unos minutos al día al contacto corporal, por ejemplo, haz una guerra de cosquillas, abrazos largos de más de seis segundos, etc. (Psiquiatra/Paidopsiquiatra)

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