Katalin Karikó, la mujer que desarrolló la vacuna ARN contra el COVID 19

El COVID 19 nos ha dejado varias enseñanzas. Desde ingeniárnoslas para permanecer en casa, trabajar desde ahí

El COVID 19 nos ha dejado varias enseñanzas. Desde ingeniárnoslas para permanecer en casa, trabajar desde ahí. Alejarnos un poco de amigos y familiares. Acostumbrarnos a una barrera que igual nos enferma, porque los mexicanos no sabemos estar sin el saludo, las invitaciones, tomar el café en grupo, platicar, y sí, fue difícil entablar una conversación a través de una pantalla. 

Casi un año huyendo del virus. Tenerlo en mente día y noche. Al principio con todo el miedo encima, hoy, quizás, acostumbrados a él, pero sabiendo que en cualquier momento puede mandarnos a un hospital si no tomamos las medidas adecuadas. 

De acuerdo a un artículo publicado en el diario El País (27-12-20), para el verano volveremos a tener una vida normal. 

Así lo asegura la bioquímica húngara Katalin Karikó, quien pasó 40 años trabajando en la sombra y desarrollando avances claves para las inyecciones de Moderna y BioNTech. 

Se trata de la mujer que contribuyó a crear la posible cura a este virus, el que nos cambió la vida, desde nuestro comportamiento, educación, movilidad y máximos cuidados. 

Katalin Karikó narra lo difícil que fue para ella ser financiada. Los laboratorios simplemente daban negativas. Ahora le llueven los euros para que continúe con las investigaciones. 

En la entrevista podemos encontrar a una mujer destinada tal vez al fracaso, pero con carácter pudo levantarse, continuar, no solo soñando sino en la práctica de sus acciones. 

Es no decaer, más bien ir hacia adelante. Como su vida científica, ensayo y error, hasta que por fin pudo ver la luz de sus experimentos. 

“Otros pocos científicos que tuvieron la idea de desarrollar vacunas de ARN se estrellaron con el mismo muro que Karikó. Todo el mundo pensaba que era una locura, que no funcionaría”, recuerda Pierre Meulien, jefe de la Iniciativa de Medicinas Innovadoras financiada por la UE.  

“En 1993 nuestro equipo del Instituto Nacional de Salud de Francia desarrolló un método para llevar ARN mensajero como terapia. Lo conseguimos, pero no pudimos llegar a la fase industrial porque en parte faltaba financiación”, apunta. 

A principios de la década de 2000, Karikó seguía acumulando rechazos, ya como investigadora de la Universidad de Pensilvania. Un día fue a la fotocopiadora y se encontró con Drew Weissman, un científico recién llegado que venía del equipo de Anthony Fauci, una eminencia en VIH y que en la actualidad dirige el instituto público que ha desarrollado la vacuna junto a Moderna. Weissman quería la vacuna contra el virus del sida y acogió a Karikó en su laboratorio para que lo intentase con ARN mensajero. 

Su historia es asombrosa. Habría que leer todos los artículos que se presenten sobre la vida y el trabajo de esta científica. Es reconocer su fuerza. Que ese “no” la hizo más poderosa. 

Karikó declina los reconocimientos con una mezcla de humildad y orgullo. “En los últimos 40 años no he tenido ni una recompensa a mi trabajo, ni siquiera una palmadita en la espalda. No lo necesito. Sé lo que hago. Sé que esto era importante. Y soy demasiado vieja para cambiar. Esto no se me ha subido a la cabeza. No uso joyas y tengo el mismo coche viejo de siempre”, comenta. 

PARÉNTESIS 

La secretaria general de la sección 29 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), María Elena Alcudia Gil externó que sin importar que el semáforo epidemiológico llegue a verde en Tabasco, las clases presenciales no se deberían reanudar, hasta que haya las condiciones de sanidad adecuadas en cada una de las escuelas y aulas.