La 4T y sus críticos

Pocos políticos han sido objeto de tantos ataques a su persona y a sus ideas y propuestas. Desde que tomó la decisión de participar, primero

Pocos políticos han sido objeto de tantos ataques a su persona y a sus ideas y propuestas. Desde que tomó la decisión de participar, primero, por la gubernatura de Tabasco y luego por la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal y por la Presidencia de la República, las invectivas de sus adversarios han sido sumamente prolíficas y ampliamente difundidas.

Ahora como presidente de la República, las cosas no podrían ser diferentes. El proyecto de nación que abandera, y que ha guiado sus acciones desde su ruptura con el PRI, allá por 1986-87, contrasta con el proyecto neoliberal que, con todo y el control adquirido en términos ideológicos, políticos y económicos, perdió el consenso en las elecciones de julio de 2018 y, consecuentemente, su legitimidad para tomar las decisiones colectivas.

Después de casi cuatro décadas de privatizaciones, desregulaciones, de contención de los salarios de los trabajadores, de apertura comercial y, en suma, de la promoción del libre mercado con su objetivo esencial de acumulación de capital y ganancias, los electores tomaron la libre decisión de votar por un proyecto alternativo que tiene como objetivo central el bienestar social a través de un Estado con la suficiente fortaleza institucional para poner orden y marcar las directrices esenciales en materia económica, política y social.

Los neoliberales convenientemente se olvidaron del artículo 25 constitucional, en donde se establece la rectoría del Estado con la finalidad de promover el desarrollo integral y sustentable del país, así como fortalecer “la soberanía de la nación y su régimen democrático”. Para la élite económica solo existía el mercado y su ley de la oferta y la demanda; y para la tecnocracia solo existía los intereses de esta élite. El gobierno, en sus tres niveles, dedicado a servir exclusivamente a la clase dominante.

Fueron 36 años de privatizaciones amañadas que convirtieron monopolios públicos en privados, que dejaron en manos extranjeras el sistema bancario, que pusieron en venta sectores estratégicos para el desarrollo del país como el petróleo y la electricidad, que institucionalizaron la corrupción y la impunidad, creando una simbiosis nefasta entre el poder político y el poder económico, en la que el intercambio de favores subrepticios era la regla para el saqueo.

Ejemplo de ello lo encontramos en las grandes residencias de las Lomas de Chapultepec (y en Malinalco, Edo. Mex.), entre las que destaca la Casa Blanca, como pago de los favores a altos funcionarios del sexenio peñista. Si se le escarba un poco veremos que la corrupción y la impunidad alcanzaron niveles escandalosos desde la presidencia de Salinas de Gortari. Aquí la prensa le quedó a deber al pueblo de México.

Los críticos de la 4T poco tienen que observarle al presidente López Obrador, pues las decisiones que ha tomado están en línea con sus propuestas, con su oferta política, con sus compromisos. Quizás nos encontremos con algunos errores y omisiones en su concreción, pero estos forman parte de cualquier proceso político y social que está en marcha, sobre todo cuando se trata de realizar una gran transformación de la vida pública del país, la que sin duda se irá consolidando por aproximaciones sucesivas (ensayo y error).

El caso es que si usted revisa la que escriben o dicen los opinadores (8 de cada 10) de los medios nacionales, se dará cuenta del desperdicio que en muchos de ellos tiene la libertad de expresión, ya que parece ser que trabajan por consigna para criticar a AMLO por cualquier motivo y compiten para ver quien le falta más el respeto. La verdad es que algunos de plano ya perdieron la brújula del análisis político, convirtiéndose en “expertos instantáneos” de pandemias y crisis económicas.

A las cúpulas empresariales no le gusta que el AMLO cumpla con lo dispuesto en nuestra Carta Magna, en especial cuando precisa que “el Estado planeará, conducirá, coordinará y orientará la actividad económica nacional, y llevará al cabo la regulación y fomento de las actividades que demande el interés general en el marco de libertades que otorga esta Constitución” (Art. 25).

Las decisiones que está tomando para “domar” la pandemia y para evitar que sus efectos económicos lleven al país al fondo del abismo, están orientadas a dar el salto cualitativo indispensable para superar el neoliberalismo. Por eso se han recrudecido las críticas de la comentocracia criolla e internacional, de las calificadoras de deuda, de los empresarios, de los políticos, entre otros.

Y es que solo de pensar que un presidente de izquierda, de un país tercermundista, tenga relativo éxito al enfrentar las crisis de salud y económica con un nuevo método que no endeuda al país, que intensifica su programa de austeridad y que brinda apoyos primero a los pobres, dejaría muy mal parados a ideólogos, políticos y voceros del neoliberalismo.