La aspiración de Gina: Después de gobernar pasear por la calle tranquilamente

La aspiración de Gina: Después de gobernar pasear por la calle tranquilamente

NOTA BENE

La aspiración de Gina: Después de gobernar pasear por la calle tranquilamente

Gina Trujillo no solo me merece respeto y admiración, también envidia sana. La conozco desde hace más de una década y ya por entonces aspiraba a ser candidata al gobierno del estado por su partido el PRI. Por aquel entonces no había condición alguna para que ella pudiera ser siquiera nominada pues los que se apoderaron de ese partido tenían muy visibles los posibles sucesores de los tres gobernadores que después ocuparon el poder: Enrique Priego, Manuel Andrade y Andrés Granier. Gina no podía identificarse con ninguno de los grupos de aquellos priistas ganadores ni con los que perdieron la batalla por las candidaturas, y fueron en curva descendente con el resultado que todos conocemos. Quiero con esto decir que Gina, compartiendo la cuota parte de la responsabilidad partidista política de aquellos fracasos no puede ser señalada ni como cómplice ni de pertenecer a aquella casta que hoy fenece, aunque todavía respira. Gina Trujillo está limpia de todo lo que pasó en Tabasco y con mucha honorabilidad y la cabeza muy alta se dedicó a otras tareas y todas de la mayor importancia en las que presentó muy buenos resultados. Al margen de que ideológicamente se pueda estar identificado o no con ella, a Gina nadie le puede reprochar su conducta sino antes al contrario hay que darle las gracias por los servicios prestados a Tabasco y a la nación. No conozco a nadie de su generación o las anteriores o posteriores que pueda presentar tal balance. El discurso que dio en el registro de su candidatura –que recomiendo leer con tranquilidad y espíritu de análisis- demuestra que no trae intenciones de hacer una campaña de frases hechas ni de palabras huecas: Lo que dijo demuestra una altura de miras que es muy necesaria en nuestro estado porque transpira valores. Esos valores que hemos perdido en las últimas décadas y que hablan del amor a Tabasco porque amamos a nuestros hijos y queremos el mejor futuro para ellos. Me quedo con un concepto que Gina vertió hace meses pero que a mi juicio y a la vista de lo que le ha ocurrido a anteriores gobernantes se hace novedoso: “Mi aspiración –vino a decir más o menos literalmente- es que después de haber gobernado a Tabasco pueda salir a la calle tranquilamente a pasear, como una ciudadana más, sin que nadie me reclame acusándome de que he sido una ratera o que perseguí el cargo para enriquecerme”. Por eso la envidio sanamente, por su facilidad para demostrar su nobleza al hablar con la verdad.

Por Antonio López de la Iglesia