La buena, el feo y el malo

La buena, el feo y el malo

Apenas acaban de empezar las campañas y el bosque electoral ya está animado. Los candidatos priistas al senado, Manuel Andrade y Candita Gil. (la buena) son los más activos y juntos están teniendo una actividad verdaderamente notable. Andrade está diciendo verdades como puños y enardece a la gente y a Candita el pueblo tabasqueño le está reconociendo su bondad como persona y su notable trayectoria como funcionaria. Andrade está dictando discursos memorables, contundentes y que llaman a la nostalgia poniendo como ejemplo a su propio gobierno. Una cosa son los hechos y otra las pruebas de que se hicieron y Manuel Andrade tiene las pruebas a la vista. Y Candita es esa valerosa mujer que nos cae simpática a todos, y que además cuenta con una preparación y una hoja de vida política envidiable. El nuevo presidente priista, el eterno aspirante a ese cargo, Pedro Gutiérrez (el malo) ya subido al liderazgo tricolor, hace una furibunda y eficaz loa de su partido exigiendo que la militancia se presuma y no se esconda. Tal parece que el mismo fuera un candidato a algo, hasta tal punto que se mete en medio de todas las fotos como si él fuera el más importante de esa reunión quitándole su lugar a los aspirantes a una diputación federal o a una senaduría. Alguien debería decirle que tiene que bajarle tres rayitas a su protagonismo fuera de lugar, casi infantil, por haber conseguido el juguete de la presidencia del CDE del PRI. Al menos que se aparte del objetivo de la cámara cuando los que necesitan la propaganda son sus candidatos. Y debería de apaciguar sus ánimos y su excesivo afán de ser la única coca cola en el desierto porque cuando al general de campo se le sublevan los sargentos, los que se echan a temblar son los árboles. El bosque sigue estando animado, pero quizá haya más lobos de todos los colores que caperucitas rojas. Javier May, (el feo) en el lado de MORENA, hace su lucha aunque su “natural rostro de enojo” le aleja de las masas mucho más de lo que él quisiera, al menos en campaña.

NOTA BENE 2: La avalancha de renuncias en el gobierno estatal, donde nadie renunciaba hasta que no pasaran unos cuantos días de que lo echaran y lo admitieran, se está revisando con notoria injusticia. No eran posibles las renuncias, porque sólo existían las adhesiones que, además debían ser incondicionales. La catarata de renuncias puede abonar, aunque sea unos meses, la esperanza de muchas personas que estaban con el agua hasta el pescuezo.