La campaña desde Palacio

Indudablemente ha sido y seguirá siendo la columna vertebral de la gestión pública de Andrés Manuel López Obrador

Indudablemente ha sido y seguirá siendo la columna vertebral de la gestión pública de Andrés Manuel López Obrador, fue pues, la punta discursiva que le abrió por años, de a poco, con constancia y consistencia, la senda hacia el triunfo, y quizá al final del tramo sexenal, se presuma como la mayor obra de la 4T.

Y es que la lucha, repudio, estigmatización y pretenciosa intentona de exterminio de la corrupción, es una fijación toral para el padre de la regeneración nacional; el mandatario nacional, ha dicho que para su visión y plan, el 31 de diciembre próximo, tendrá acabados los cimientos de la “nueva normalidad” política y gubernamental, es pues evidente que en sus cálculos y certezas, el sostenimiento y pervivencia de los programas de ayudas sociales a los más desfavorecidos, necesitaban si de certeza constitucional, pero más aún de certeza financiera e ideológica, por ello en adelante, aquel que quiera cambiar esa realidad -vía reformas constitucionales- desde cualquier trinchera podrá ser fustigado como enemigo de los desvalidos, o mas aún como corrupto, que busca sangrar al pueblo, para financiar otros segmentos o acciones de la esfera pública, es por ello que no se cesa en poner el tema de la corrupción como clave en la comunicación diaria.

La pandemia ha irrumpido en los tiempos proyectados, sin embargo – y por eso ha sido a veces duramente criticado- el presidente de la república ha decidido moverse con “normalidad” y no solo centrarse en los estragos en la salud publica que la COVID-19 sigue causando. Por que la inseguridad, el desempleo, los feminicidios, la migración y la caída de los indicadores económicos, no entienden ni lo harán, de confinamientos ni de sanas distancias, por lo que el Estado debe actuar y debe hacerlo de la mejor forma.

La idea de priorizar la atención a los mas desfavorecidos, es hoy uno de los factores que mantienen la gobernabilidad y una aceptable convivencia social, ya que a los que la izquierda siempre calificó como “los olvidados del sistema”, actualmente son prioridad y tienen una intervención pública sin precedentes, por lo que se espera que esos beneficiarios, entiendan que la inyección de dineros públicos no puede ni debe nunca más, verse como un apoyo transicional, fugaz, electorero e inmediato sin proyección hacia el futuro, urge pues que los centros comunales, asuman y cumplan con la función de semilleros del progreso, un progreso construido desde abajo, porque seria devastador, llegar a los años del balance, y descubrir que sembrando vida, jóvenes construyendo el futuro o la pensión universal, se dispersaron y no generaron ningún detonante de productividad o de crecimiento del factor humano.

El presidente, seguirá “explotando” las bondades de su plan, seguirá fustigando la corrupción, indiciando, exhibiendo a los que, tras su paso por una responsabilidad pública, se excedieron en el manejo de los dineros u omitieron acciones por las que se incubaron conductas antisociales, ¡y mira que la lista de Lozoya salpicará a muchos!

Claro que la agenda de la 4T deberá impactar en la preferencia electoral de los ciudadanos, tan es así que siempre se ha dicho que la elección intermedia a la cámara de los diputados federales y locales, las alcaldías y gubernaturas, son un efectivo mecanismo de calificación de los planes de acción de una gestión gubernamental, aquí es mas que claro, que, a pesar de su confeso y voluntario alejamiento, Morena como partido no sería lo que es, sin su creador y aún líder.