La colonización inglesa y la española

Observando al mundo, reflexiono y me hago las siguientes preguntas: Porqué la colonización inglesa produjo naciones exitosas y poderosas

Observando al mundo, reflexiono y me hago las siguientes preguntas: Porqué  la colonización inglesa produjo naciones exitosas y poderosas, como Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda, Australia, Singapur,  Irlanda, e incluso la India, con un crecimiento explosivo y sostenido, a diferencia de la colonización española.

Porqué las excolonias inglesas, salvo los  Estados Unidos, están unidas en la Commonwealth of Nations con más de 2,100 millones de habitantes, que reconocen como cabeza a su antiguo colonizador, el soberano inglés,  y las excolonias españolas generalmente están divididas,  tercermundistas, con resabios sobre su pasado, y manipuladas y sometidas por el imperialismo norteamericano.

Y, ¿porqué esos dramáticos resultados  tan diferentes entre los dos principales colonizadores del mundo?

La única explicación  lógica que se me ocurre es la “libertad”. España, regida por una monarquía sumida en el fanatismo y la obsesión de construir iglesias y conventos, cerrada en un férreo nacionalismo que la aislaba del mundo y su comercio, trasladó estas políticas a sus colonias que permanecieron aisladas en una noche de tres siglos, produciendo únicamente para el autoconsumo, cerradas al mundo y a su comercio,  únicamente fueron proveedoras de recursos, oro y plata, con un criminal sistema de castas.

En cambio, las colonias  inglesas  se formaron con migrantes en busca de libertades, promotores y abiertos al comercio. Inglaterra se industrializaba  y esa industrialización y los mismos astilleros se trasladaron a sus colonias en un progreso compartido.

España, y sobre todo sus colonias, dormían atados a una religión impuesta a sangre y fuego, con restricciones al comercio y la industrialización y en una ausencia casi total de sistemas educativos.

Y las raíces florecen  y dan frutos. Inglaterra, con una larga tradición liberal,  venía de la  Carta Magna impuesta a Juan sin Tierra en 1215, que entre otras cosas establecía que los instrumentos de trabajo no podrían ser embargados.

Pero la propia matriz vio florecer la revolución de 1688 que produjo la memorable  Bill of Rights: la Declaración de Derechos de 1689 estableciendo la libertad religiosa y de cultos, entre  otras emancipaciones, limitando drásticamente la autoridad del Rey y sometiéndolo a un Parlamento electo libremente que debería decretar los emolumentos del mismo Rey y todas las leyes de la nación. Esas libertades fueron las que se vivieron en sus colonias, a diferencias de las  colonias españolas.

La Bill Of Rights fue la base  para la Declaración de Virginia, la Constitución de los Estados Unidos, la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1789, cien años después, en la Revolución Francesa y  de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948.

La diferencia, pues, está en la educación y en la libertad que hace al hombre creativo  y constructor. Muy distinto del sometido a un sistema de castas e intolerancia sostenido con la picota y la hoguera de la inquisición.

Independientemente de lo anterior no dejamos de admirar la nobleza de un pueblo capaz de darnos a un Unamuno o a un Cervantes, que sigue recreando el espíritu en el mundo entero con su inmortal Quijote.