La contienda del 2018, nadie irá solo; alianzas para competir y para gobernar

La contienda del 2018, nadie irá solo; alianzas para competir y para gobernar

*Terminado el bipartidismo, el pastel electoral tiene más demanda

*Votación tras votación, disminuye el porcentaje del ganador

*Será necesario un frente de amplio espectro, dice Núñez

TODOS los competidores para el 2018, dirigentes de partidos y candidatos, coinciden en un punto: nadie ganará la Presidencia sin alianzas. Tampoco podrá haber gobierno sin coaliciones. Pero precisamente es en la construcción o posibilidad de estas alianzas es donde las diferencias anulan el diálogo, dificultan el análisis y propician una descalificación que deja de lado qué país se quiere, qué se propone para erradicar la pobreza y promover un desarrollo más equitativo.

Por lo menos desde 1988 se rompió el bipartidismo que de alguna manera perfilaba un reparto de la votación en la que el partido hegemónico obtenía invariablemente más del 50 por ciento de los sufragios…y “distribuía” el resto. En algunos casos el PRI llegó a registrar oficialmente hasta el 90-95 por ciento del “apoyo ciudadano” en las urnas. El caso extremo fue el de 1976 cuando sólo se presentó un candidato –José López Portillo del PRI- y obtuvo 91.90 por ciento de los votos.

En 1991 irrumpió en la política electoral el Partido de la Revolución Democrática, integrado por una amalgama de pequeños partidos y organizaciones de izquierda que en conjunto (antes de integrar el Frente Democrático Nacional) no habían logrado más del 10 por ciento de los sufragios. Un tanto por los constantes fraudes electorales y otro tanto por la persecución y falta de estructura partidista en todo el país, pero su destino parecía ser sólo testimonial.

En 1988 -le decía líneas arriba- terminó el bipartidismo que históricamente mantenía en competencia al PRI y el PAN, una organización fundada en 1939. A partir de los años noventa, aun con la existencia de numerosos mini partidos o partidos efímeros que sólo duraban una contienda, no se volvió a repetir la historia de que alguien ganara la Presidencia con más del 50 por ciento de la votación: Ernesto Zedillo (PRI) obtuvo el 48.69 por ciento; Vicente  Fox (PAN) registró el 42.52 por ciento; Felipe Calderón (PAN)  el 35.6 por ciento y Enrique Peña (PRI) el 38.21 por ciento.

CADA VEZ MENOS

SI SE TOMA en cuenta que en la más reciente elección presidencial -la de 2012- fue a las urnas el 63 por ciento de los empadronados, la conclusión obligada es que quien obtuvo la mayoría en realidad apenas consiguió 19 millones de sufragios de un total de más de 79 millones posibles. La representatividad real va en dramático descenso. Peña Nieto llegó con el 25 por ciento aproximado del total de inscritos.

También podría verse desde otra perspectiva: las oposiciones sumadas apenas representan menos de la mitad del gran total. Estamos ante una crisis de la legitimidad.

En los comicios presidenciales del 2000, 2006 y 2012, las mayores tajadas del pastel electoral se han repartido entre tres grandes bloques: el PRI y sus alianzas, el PAN y sus alianzas y el PRD y sus alianzas. De proseguir esta tendencia, y con nuevos competidores en el tablero, para el 2018 lo que se prevé es una distribución de los votantes en cuatro grandes bloques. Debutará la fracción de los independientes.

De allí que la estrategia de Andrés Manuel López Obrador sea polarizar las opciones –de un lado Morena y del otro “la mafia del poder”-, en tanto que el PRI prefiere la pulverización del voto opositor. El nuevo invitado a la fiesta electoral será la o las candidaturas independientes. PAN, PRD y Morena buscarán atraerse a este segmento. No ignoremos tampoco que el denominado Ejército Zapatistas buscará integrar otra fracción en el reparto.

Las nuevas circunstancias han obligado al PAN a buscar ganarse como aliado al PRD, partido al que históricamente ha combatido, y a la inversa; en tanto que los solaztequistas –rota la frágil coalición de partidos y organizaciones con el éxodo lopezobradorista- se debaten entre si cruzar el puente de plata que les tiende el PAN o tratar de abrir la puerta que le cierra Morena. Es un problema de dirigencias y corrientes, pero también un reto de la base militante.

PRIMERO LAS IZQUIERDAS

ES EN ESTE contexto en el que se deben analizar las más recientes declaraciones del gobernador Arturo Núñez quien no descartó la construcción de un frente amplio que no sólo incluya a las llamadas izquierdas.  Le dijo a Pascal Beltrán, del noticiero Imagen Primera Emisión: “al interior del PRD hay una pluralidad de expresiones con distinto tipos de posiciones y seguramente también ocurre al interior del PAN; entonces evidentemente este propósito (de un frente amplio), pues, es apenas eso y habrá que ver qué consensos se logra construir rumbo al 2018”.

Añadió que en lo personal, considerando las actuales circunstancias en el país “no descarto la posibilidad de una alianza de un frente amplio que, desde luego, parta un poco de los acuerdos que en el pasado hemos construido entre las diversas izquierdas. Yo mismo fui producto de una coalición del PRD, PT y Movimiento Ciudadano, y que pueda ampliarse (…) no es algo descabellado en función (…) de las dificultades que vive México”.

De lo dicho por Núñez a su entrevistador rescato lo siguiente.

Un frente amplio, ¿por qué no con Morena? La respuesta de Núñez: “recordemos que el que rompió con el PRD y se fue  formar un nuevo partido fue Andrés Manuel (López Obrador) y mantuvo un discurso todo el tiempo, absolutamente todo el tiempo, de que iba solo, de que no quería nada con las mafias del poder, donde nos incluía a los perredistas; fue rompiendo uno a uno con los gobernadores del PRD, conmigo también…”

Sostuvo el mandatario tabasqueño y también militante del PRD:

“Creo que solamente una alianza de amplio espectro puede sacar a México adelante”.

“Quien gane la elección se va a ver en la necesidad de considerar la idea del gobierno de coalición”

“Hay que avanzar primero en la estructuración de un programa básico, (…) y en segundo lugar el nombre del abanderado”

“No es descartable que (el candidato) pudiera ser un tercero que no sea de los partidos que formen parte de este frente amplio (…), un candidato externo”

Es lógico que hay lecturas diferentes ante una misma reflexión o exposición. Me parece que no hay que adelantar vísperas. Las alianzas se definirán allá por octubre o noviembre.

AL MARGEN

Recordemos que en política las decisiones tienen mucho que ver con la voluntad o el humor de los protagonistas, pero también con la realidad. Nadie juega para perder, se supone. (vmsamano@yahoo.com.mx)