La corrupción como sistema y sobrevivencia; cuestión clave en la batalla político electora

*Abundancia, ambición y despojo, una larga historia de dominio *Más que calificar hay que definir y diagnosticar para sanar *Tres años, un gobierno que la colocó en el eje de su discurso

COMBATE a la corrupción. Se dice fácil, pero se requiere un diagnóstico certero. Omnipresente y huidiza, esta práctica se resiste. Referirse a la corrupción y la deshonestidad es tan complejo que se entrecruza con la incapacidad, el descuido, la simulación, como puede leerse en la carta que envió el presidente Andrés Manuel López Obrador a los servidores público el 24 de noviembre de este año. Una misiva referida al cuidado de los bienes nacionales, particularmente el acervo cultural.

La advertencia de que en fecha próxima será publicado un decreto para especificar los ordenamientos jurídicos que se violan ante el daño, descuido, sustracción o venta de algún bien nacional implica no sólo a los funcionarios y empleados del sector sino a todos.

 

VENDER PARA GOBERNAR

 

EN EL DOCUMENTO, el mandatario refiere una posición expresada reiteradamente: “el principal problema de México es la corrupción, situación que en el pasado ha impedido un mejor desarrollo político, social económico y cultural del país. Las diversas leyes nacionales vigentes condenan la evasión fiscal, el fraude, el desvío de recursos y otras prácticas que perjudican a los mexicanos, pero también hay aquellas que protegen el patrimonio cultural y artístico que a todos nos pertenece”

Sobre esto último advierte: “El gobierno y todos los servidores públicos tenemos la obligación de conservar, preservar y defender nuestro patrimonio cultural e histórico. Una acción en contra de esta política de Estado no sólo es un delito, sino un acto de deshonestidad”. La acepción de esta sentencia es tan amplia que se requiere precisarla, y es lo que se haría en el decreto, según se anunció.

Porque no es sólo el patrimonio cultural según se deriva de la carta, sino todo lo que puede considerarse patrimonio público. Recordemos cómo fue frenado el intento de Evaristo Hernández, entonces alcalde de Centro (Tabasco), cuando intentó “vender” el Palacio Municipal ubicado en el Centro Administrativo  para construir otro en terrenos donados ¿desinteresadamente? El patrimonio público no se vende, fue la sentencia del presidente desde Palacio Nacional.

 

UNA FORMA DE DESPOJO

 

LA CORRUPCIÓN  es un concepto tan resbaladizo como su práctica. Se generaliza tanto que se le ubica en todas partes y en ninguna. En México nos remonta a la etapa más brutal de la colonización española: la corrupción como mecanismo de saqueo, de dominio, pero también de sobrevivencia. La abundancia parece consustancial a la corrupción, porque aparece estrechamente vinculada a la ambición, ya sea de poder o de dinero.

Se adjudica al historiador británico Lord Acton una frase que pasó a la historia: “El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. (1887) Podríamos agregar que el poder absoluto es ya una forma de corrupción.

Recuerdo que siendo investigador Juan Pardinas escribió que en el sistema político y económico mexicano la corrupción no era el problema, sino el lubricante que permitía activar la maquinaria. No como justificación, sino como dolorosa certidumbre. El combate a la corrupción puede paralizar infinidad de procesos. Si no hay “arreglo” nada se arregla. Diga si no la 4T frente al monstruo burocrático y las redes de complicidad.

En la campaña electoral del 2018 el eje del discurso tanto de opositores como de quienes buscaban seguir en el poder fue el combate a la corrupción…a pesar de que el mayor lastre del gobierno saliente, el de Enrique Peña Nieto, era el de los obscuros e ilegales negocios al amparo del poder.

Es un lugar común decir que en aquel año histórico la mayoría votó contra la corrupción, pero es cierto. Al asumir la Presidencia, fue el combate a la corrupción la bandera central de Andrés Manuel López Obrador. Todos, o casi todos los problemas del país (y del mundo) se resolverán si se erradica la corrupción, anunció.

De quién, de dónde, cómo, cuándo. Las escaleras se barren de arriba hacia abajo. Fue la figura utilizada para enfatizar que el citado cáncer social empezaría por erradicarse en la cúspide, para que el ejemplo fuera permeando en las capas siguientes.

No sólo se trataba de ya no arañar para uso personal el dinero público; se planteó una nueva moral gobernante y ciudadana.

Van tres años, la mitad del sexenio. (vmsamano@hotmail.com)