La educación vive un descanso, ¿Qué hacemos al respecto como padres?

Es un impacto que nos pega a todos. De por sí México viene arrastrando un déficit en este sentido, y ahora nos retrasaremos más

Hablar o referirse a la educación es un tema serio. En estos días parece que se le dio la vuelta. Quedó en un armario. Como un fantasma aparece y vuelve a esconderse. 

Casi no se habla de matemáticas, lectura, comprensión lectora, biología, química, física… quizás están en un breve descanso, o a lo mejor se fueron de vacaciones. 

Los niños no dimensionan el problema que viven en la actualidad. Olvidémonos por un momento del virus, se trata más bien de avanzar en el desarrollo intelectual o la formación académica. 

Para muchos padres se trata igual de un descanso. Sin presiones de tareas, horarios, entrega de trabajos finales, preparar muy temprano el desayuno y llevarlos a la escuela. 

La educación se quedó por un instante paralizada, estancada, como esas bibliotecas públicas que nadie visita, como esos parques que fueron construidos para que nadie llegue por falta de alumbrado. 

Ahora permanecemos muy lejos de los problemas filosóficos. Es decir, nos olvidamos de pensar, y por lo tanto, de contagiarles a nuestros hijos esa capacidad. 

Nos escudamos en las no clases presenciales, y culpamos a las clases en línea. Señalamos con molestia que no se puede dominar a la tecnología a falta de internet o computadora. 

Buscamos pretextos para no regalarle por lo menos al niño o la niña un tiempo de lectura. Y no se hace porque el padre o la madre de familia no se sienten familiarizados con ello. 

Es un impacto que nos pega a todos. De por sí México viene arrastrando un déficit en este sentido, y ahora nos retrasaremos más. 

Por eso es importante hacer la reflexión. Mirar no sólo de reojo este factor, porque el tiempo se prolonga, y nos gana un celular o una tablet. 

Nos gana también el no hacer nada por avanzar. El no ver un mejor futuro como herencia académica para los hijos. 

Los especialistas hacen apuestas. Dicen que a México le tomarán unos cinco o seis años recuperarse.  

Datos no agradables nos dicen que el 8% de los estudiantes de educación superior dejaron sus estudios por la pandemia; además se prevé que al menos 800,000 mil alumnos de tercero de secundaria no continúen sus estudios hacia el siguiente nivel. 

Es triste. Es una realidad. Las escuelas lucen hoy vacías. Sin los ecos de los alumnos. 

Corresponde de manera inmediata a los padres tomar el timón. Cubrir sus propias necesidades sin pretextos. Dejar los sueños. Lo mejor es mantenerse despiertos y alertas. 

Somos una sociedad con muchas diferencias. Llámese ideologías, religión, maneras de comportarnos. Pero debemos pensar en un común denominador: educación. 

Tenemos que darnos la oportunidad de cambiar nuestro modelo. Que no se convierta en una balsa a la deriva, porque al final jamás podrá encontrar un destino. 

Los niños y jóvenes crecerán. ¿Y luego? ¿Qué viene para ellos? ¿Cómo defenderse en la vida? ¿Cuál herencia dejarles? ¿Será ese nuestro objetivo por el que vinimos a esta vida? 

Los riesgos estarán siempre presentes. Lo importante es saltar las vallas. Que el miedo no se apropie de nosotros, mucho menos la desconfianza. Lo peor sería vivir siempre en línea recta, sin que nada cambie. 

PARÉNTESIS 

Una nueva investigación indicó que una variante del coronavirus detectada por primera vez en Gran Bretaña se propaga rápidamente en Estados Unidos, amenazando con un aumento de los contagios en momentos en que su prevalencia ya se duplica aproximadamente cada 10 días. (kundera_w@hotmail.com)