La epidemia y los gobernadores

La epidemia del coronavirus no pasará en vano sobre ningún aspecto de la vida pública.

La epidemia del coronavirus no pasará en vano sobre ningún aspecto de la vida pública.

Uno de sus efectos visibles está siendo la autonomía con que distintos gobiernos locales se han conducido ante ella, revelando en su prisa que el reloj de sus urgencias no coincide con el ritmo ni con las prioridades del gobierno federal.

Anteayer, en el curso de la presentación del plan federal para entrar a una “Nueva normalidad”, el Presidente advirtió que esos lineamientos no eran obligatorios y que no habría controversia con los estados que no quisieran adoptarlos.

Más que una anticipación de lo que puede suceder, el Presidente describió lo que ya está sucediendo, abiertamente, con pronunciamientos y planteamientos propios, en los gobiernos de Jalisco, Chihuahua, Yucatán, Coahuila, Michoacán y Nuevo León. Y en los hechos, prácticamente en todas partes.

No creo que haya un solo gobierno estatal que haya encontrado en la posición del gobierno federal ante la pandemia, ni claridad ni apoyos precisos para combatirla.

Cada quien ha tenido que rascarse con sus propias uñas, en un contexto muy poco propicio de colaboración federal, por la más elemental de las razones: no se han aumentado sustantivamente los recursos destinados a la epidemia.

El liderato del gobierno federal ante la emergencia ha sido poco convincente en las cifras y poco pedagógico en la conducta.

De la coyuntura de autonomía ante el peligro sanitario, muchos gobernadores han obtenido mejoras en la aprobación de sus ciudadanos, y algunos de ellos empiezan a configurar lo que parece un frente político para el futuro inmediato en torno a la revisión del pacto fiscal federal.

Ese grupo de gobernadores expresa el mal trato recibido por la Federación durante este gobierno. La emergencia no ha hecho sino multiplicar su malestar, y sus necesidades.

Creo que la mayor parte de los gobernadores preferiría un acuerdo más que un pleito con el gobierno federal. Pero la circunstancia los ha obligado a no esperar más ese acuerdo y a plantear sus necesidades con claridad, mientras enfrentan la emergencia según su leal saber y entender, en ejercicio de su soberanía.

La epidemia está independizando gobiernos locales, quizá cambiando en los hechos el pacto federal.