La inexplicable indecisión para Centro

La inexplicable indecisión para Centro

NOTA BENE

La inexplicable indecisión para Centro

La pelea, importantísima, por la alcaldía de Centro está complicando enormemente el cierre de las estrategias de los partidos mayoritarios para “la elección de todas las elecciones” de 2018. Además parece extraño que excepto uno, los otros dos llegan a la candidatura a la capital política de Tabasco recibiendo casi… casi… un premio de consolación, ya que tanto Evaristo Hernández, de MORENA, como el previsible Jaime Mier por el PRD, han trabajado y mostrado sus preferencias por la del gobierno del estado. Es decir no van a presentarse al cargo al que aspiraban, sino al que les ha tocado en las luchas internas y en las tácticas electorales después de que no han podido llegar a la “grande”. El único que llega con sus deseos cumplidos para ser alcalde de Centro es el priista Adrián Hernández que durante una década ha buscado, y por fin encontrado, el beneplácito de su partido para dar la batalla por Centro. En este escenario político en el que los tres grandes bloques de partidos salen a la arena electoral prácticamente a tercios el que lleve el mejor acompañante para Centro será el que tendrá mayores posibilidades de ganar y eso lo saben todos los estrategas electorales. Por eso no se entiende que no se cuide la candidatura perredista que extrañamente y a estas alturas no está resuelta. No al menos públicamente. Acusamos a nuestros políticos, no siempre injustamente, de no ver más allá de sus narices y tal vez este sea un buen ejemplo. El porvenir se les ha echado encima y no admite espera. Por eso todos están en campaña, no solo interna, sino descaradamente encubierta. Cuando la gente, que es la que más nos importa, dice eso de ¿dónde vamos a parar? hay que responderle que no vamos a parar. Todo va a seguir mientras estemos vivos, aunque cada vez vivamos peor, pero nos siguen entreteniendo las peleas entre los náufragos. Los que quieren alcanzar la tierra del poder pueden llegar exhaustos y con apenas fuerzas para tumbarse en la arena, que digan lo que digan siempre es numerable, grano a grano. El espectáculo, que tiene los meses contados, es aburridísimo, pero los espectadores estamos maniatados y no podemos abandonar nuestras butacas, aunque sean incómodas, porque tampoco sería deseable quedarnos con el culo al aire. A qué carta quedarse cuando la baraja está trucada por los tahures, ya sean de buena fe o de engañosa esperanza. Todos los que aspiran a gobernarnos quieren tener talento de gobernantes, pero son muchos los llamados y al parecer ninguno es el elegido por los caprichosos dioses. La única intriga de los electores es cuál será el menos bruto. No se gustan entre ellos, aunque en las fotografías parece que siempre han tenido mucho gusto en conocerse.

Por Antonio López de la Iglesia