La más que probable verdadera historia del conflicto de la inundación

A veces la historia no se escribe correctamente porque uno de sus protagonistas, -que en lo privado se comporta como héroe-

A veces la historia no se escribe correctamente porque uno de sus protagonistas, -que en lo privado se comporta como héroe-, decide que su actuación está enfocada al bien común y para ello se requiere de discreción en los detalles de lo ocurrido, aún a costa de su popularidad o intereses personal. Puede ser este el caso de los recientes acontecimientos que hemos padecido en Tabasco con las inundaciones que hoy, es evidente, fueron provocadas por el manejo de las presas del vecino estado de Chiapas, destacando principalmente Peñitas. Si hacemos un poco de memoria veremos que ya se veía venir el desastre y fue ahí cuando el gobernador, Adán Augusto López Hernández, avisó mediante oficio al director General de la CFE, Manuel Barlett, de que estaba al tanto de las circunstancias del manejo “mafioso” del agua para producir electricidad, entre las que se encontraban intereses de empresas privadas que se beneficiaban durante todo el año de que no se desfogara la presa para que el estado mexicano les comprara la energía que ellos producen. El gobernador responsabilizó de lo que pudiera ocurrir en territorio tabasqueño, de abrirse las compuertas de las presas, más allá de lo prudente y le adjudicó a Barlett la reparación de los daños que hubiera. Ahí es donde se encuentra el “nudo” de esta trama ya que Manuel Barlett estalla, y se queja con el Presidente AMLO de que el gobernador de Tabasco le culpe, ante la opinión pública, de una situación que se había encontrado al llegar al cargo y la que aún no había podido revertir por cuestiones estratégicas y de tiempo material. El Presidente decide que lo primero es recuperar la institucionalidad entre sus propios funcionarios. Para limar asperezas, y de forma salomónica, mete en la ecuación a Javier May para que se encargue en el día a día y de forma urgente, de la operación de rescate dejando a Adán Augusto libre para resolver las discrepancias en el altiplano, lo que así ocurre. Lo que no se contempló es que los pobladores saltaron casi inmediatamente a protestar por algo que ni siquiera estaba cerrado –como el censo de los afectados- y que algunas fuerzas políticas trataron de sacar raja, organizando con los restos de sus estructuras protestas y bloqueos. No faltaron los que siempre buscan amarrar navajas entre Adán Augusto López y Javier May interpretando que se trataba de una sucesión anunciada cosa que no se corresponde en absoluto con la realidad. En este contexto la visita del Presidente era muy arriesgada y en poco o nada ayudaba a solucionar el tremendo problema que estábamos tratando de resolver los tabasqueños. Cuando los ánimos se calmaron y las aguas volvieron a su cauce, -y nunca mejor dicho esto- López Obrador llegó con soluciones definitivas y en la propia presa de Peñitas protocolizó la nueva forma de operar de la presa que obligatoriamente deberá desfogar todo el año y por tanto desaparece la amenaza permanente que pesaba sobre nuestro territorio. Javier May regresó a su tarea al frente de la secretaría del Bienestar y dejó en claro que si bien quiere ser gobernador de Tabasco está no era la ocasión para presentar su candidatura. Manuel Barlett también ha solucionado ese penoso asunto gracias a la denuncia valiente del Gobernador Adán Augusto López Hernández que, a costa de su propio interés político, ha crecido como mandatario y como ser humano. Y no todo el mundo entiende lo que ocurrió aquí. Porque no quieren o porque no les da rédito.