La movilidad y la continuidad, dilema en los partidos; relevos sin rupturas, reto

*La reelección una herencia (útil) del periodo neoliberal *La pandemia, una crisis que limitó el ritmo de la 4T *Reacomodos partidistas hacia 2024: se va Gaudiano de PRD

POR DEFINICIÓN histórica la corriente original que fundó Morena, en especial su líder Andrés Manuel López Obrador, enarboló la no reelección; por cálculos pragmáticos la mayoría de quienes llegaron a las diputaciones federales –y algunos presidentes municipales-, decidieron volver a postularse de manera ininterrumpida. Lo propio ocurre en los otros partidos. Como le mencionaba ayer, nueve de cada diez diputados federales buscaron estar nuevamente en las boletas este 2021.

De manera personal AMLO sigue manteniendo su rechazo a la reelección. Lo hace también para quitarles argumentos a sus adversarios que insisten en que el Presidente pretende aferrarse al poder después de 2024.

A finales del año pasado, y ante la evidente intención de la mayoría de los diputados de Morena de buscar repetir en el cargo, López Obrador señaló que aunque él se opone, se trata de una acción legal y posible por las reformas que se hicieron a la Constitución “en el período neoliberal”, la Reforma Política de 2014.

Casi puede asegurarse que en la agenda de la futura legislatura no estará modificar la norma para regresar al principio de la no reelección. Entre quienes están fuera de un cargo sujeto a votación, quienes no están en el poder, abogan por la movilidad; quienes ya llegaron, por lógica buscarán continuar.

 

PREPARANDO EL RELEVO

 

EN EL CASO de la Presidencia, AMLO reiteró la semana pasada que ni quiere establecer un “necesariato” –como calificó el historiador Daniel Cosío Villegas a la dictadura de Porfirio Díaz-, ni permanecer como líder.

No es la primera vez que el fundador del Movimiento de Regeneración Nacional y promotor de la Cuarta Transformación se refiere a su decisión de jubilarse de la política cuando concluya su sexenio. A pesar de que reconoce las limitaciones del tiempo para lograr sus objetivos, confía en los relevos generacionales, según expuso.

Sus opositores, le decía, insisten en que AMLO tiene un estilo personalista, concentrador del poder y autoritario, perfil a partir del cual sostienen que buscará (como Luis Echeverría y Carlos Salinas), perpetuarse en la Presidencia. Por el contrario, López Obrador firmó en marzo de 2019 una carta en la que expresaba su convicción anti reeleccionista. Y como el diario Reforma publicó que después de una “búsqueda exhaustiva” la Oficina de la Presidencia dijo no encontrar esa carta, el mandatario la mostró el 24 de julio de ese mismo año y la certificó ante notario al día siguiente “para que no quede ninguna duda”.

Esto ocurrió cuando en el Legislativo se discutía la iniciativa para la consulta de revocación (o ratificación) del mandato presidencial que sus opositores calificaban como una maniobra para mantenerse en el poder…aunque la consulta se haría a medio sexenio.  Finalmente, como se sabe, la votación de referéndum se hará en marzo de 2022 y no en los comicios intermedios de este año. Pero para que se realice deberán reunirse poco más de 2 millones 700 mil firmas que lo soliciten.

Sin embargo, lo que está verdaderamente en debate es cómo logrará AMLO asegurar la continuidad de sus políticas sobre todo de programas sociales y en materia energética (Pemex y la CFE).  En marzo de 2018, cuatro meses antes de las históricas elecciones, el entonces candidato de Morena dijo a los periodistas: “Estamos ya elaborando proyectos para no perder tiempo; no me voy a reelegir. Son 6 años y vamos a hacer que rinda el tiempo; vamos a trabajar 16 horas diarias para que se haga más en el sexenio, se hagan 12 años en un sexenio”.

 

CAMBIO DE RITMO

 

HASTA sus más enconados opositores reconocen que López Obrador parece incansable; aun quienes le critican que dedique todas las mañanas a una conferencia de medios. Pero de diciembre del 2018 a la fecha la realidad cambió dramáticamente. La emergencia sanitaria colocó a todo el mundo en un ritmo distinto y en una pausa con inevitables (aunque mitigables) impactos en la vida social y económica; es obvio que la administración y el plan del actual gobierno federal  -como de los gobiernos estatales- no pueden ser ajenos a esta crisis.

En el aspecto político podría entenderse la explicación de un alto dirigente morenista en el sentido de que fue la emergencia sanitaria con su derivación económica-, lo que aceleró la decisión interna de acudir a la reelección; en el mismo sentido, la oposición a Morena pero sobre todo a AMLO hizo que los opositores en el PRI, PAN y PRD no sólo integraran un bloque sino que además lo hicieran con el objetivo expreso de tratar de quitarle la mayoría en la Cámara de Diputados a la coalición del Presidente.

Entramos a la recta final de la primera mitad del sexenio, un periodo que se vio limitado por una circunstancia imprevista –la pandemia- y que además históricamente entra en suspenso por un primer semestre destinado a la batalla electoral.

 

AL MARGEN

 

PRÁCTICAMENTE desapercibido pasa el aniversario de aquel desalojo de la Plaza de Armas de Villahermosa contra miles de seguidores de López Obrador; la policía y grupos de pandilleros abrieron paso a la comitiva de Roberto Madrazo al Palacio de Gobierno en enero de 1995, año en que comenzó la “resistencia civil”. De aquel PRD se han registrado muchos desprendimientos, tanto de fundadores como de quienes se sumaron después. La más reciente salida es la de Gerardo Gaudiano quien fue secretario general solaztequista, diputado federal, alcalde de Centro y candidato a la gubernatura. Con él se van Violeta Caballero y Casilda Ruiz. Extraoficialmente se sabe que Gaudiano será nominado por Movimiento Ciudadano a una diputación. Francisco Cabrera, dirigente del PRD, minimizó esta ruptura y aseguró que los renunciantes se van solos. La estrategia del MC va encaminada al 2024 más que a junio próximo. (vmsamano@hotmail.com)