La renovación de mandato

Me parece haberte visto antes

CIUDAD DE MÉXICO 20-Aug-2021 .-Al terminar el primer trance de amor la recién casada le dijo en la noche nupcial a su desconcertado maridito: "No, Ultimio; no has sido el primero ni el único. Pero si te sirve de consuelo te diré que tampoco has sido el peor". De vez en cuando el buen Dios y San Pedro necesitan distraerse un poco. Así, cierto día bajaron a la Tierra a jugar 18 hoyos de golf. El Señor hizo su primer tiro. Muy mal tiro. Pero de súbito llegó un águila, tomó en su pico la pelota y la dejó caer en el hoyo. ¡Hole in one! Mohíno y atufado protestó San Pedro: "Milagritos no, Señor. Estamos jugando por dinero". Eso de la revocación de mandato es una trampa en la cual los opositores de AMLO tendremos que caer. En esa nueva farsa populista los dados están cargado a favor del Presidente. Si gana la votación -cosa casi segura- hará de su triunfo un incentivo para mantener sus actuales yerros y añadirles otros, y si su victoria es aplastante podría traerle la mala tentación de intentar, si no la desorbitada aventura de la reelección, sí al menos la aberrante prolongación de su mandato. Por el contrario, en el remoto caso de que perdiera la votación -esos milagros no suceden ya- invocaría en su favor, fundadamente, el principio de la no retroactividad de las leyes, y seguiría en el cargo. Jamás he participado en las mañosas consultas hechas por López Obrador. En ésta sí participaré, pues siento la obligación de ciudadano de mostrar en la urna mi protesta por los muchos y graves daños que el monarca de la 4T está causando a mi país. Por otra parte el triunfo del tabasqueño, que creo casi seguro, dije, no debe ser tan resonante que lo ensoberbezca más y lo lleve a acentuar su conducta dictatorial. Quienes pertenecemos a la clase media debemos acudir a esa consulta y votar en pro de la revocación del mandato del Presidente, aun sabiendo que casi seguramente nuestros votos serán superados por los de la clientela electoral de AMLO, temerosa de perder las pensiones, becas y demás dádivas en dinero que de su señor recibe. Lo que decimos en el café, en la sobremesa, en las reuniones de amigos digámoslo en

las urnas. Mostremos con nuestro voto el hartazgo que sentimos por este régimen que no ha hecho más que dividirnos, avergonzarnos ante el mundo, llevar a México al atraso y causar perjuicio lo mismo a los pobres que a quienes luchan cada día por dar a sus hijos un futuro mejor. No merecemos eso. Levantemos nuestra voz, no importa que se pierda en medio de la sordera del caudillo y la ceguera de quienes, contra todas las evidencias, aún creen en él. La abuelita le preguntó a su nieta en edad de merecer: "¿Por qué no te has casado, hijita? ¿No has conocido un muchacho que te guste?". "He conocido bastantes, abue -respondió la chica-. Muchachos guapos, simpáticos, inteligentes, educados, cultos, refinados, corteses, pulcros, ingeniosos, elegantes. Pero todos los que tienen esas características son gays". Se oyó por el altavoz del teatro: "Un caballero extravió su cartera con 5 mil pesos. Ofrece mil al que la encuentre y la devuelva". Se oyó en el fondo otra voz: "Yo doy 2 mil". La cándida doncella estaba en la alcoba de su casa en Transilvania. De pronto se agitaron las cortinas de la ventana y por ella entró un vampiro que ante el lecho de la bella joven se convirtió en Drácula. De inmediato la muchacha tomó un crucifijo y lo esgrimió ante el siniestro personaje. Le dijo Drácula: "Eso ya no funciona, linda. De un tiempo acá me he vuelto agnóstico". Y ñácatelas. (Nota: en diversos diccionarios busqué ese vocablo, "ñácatelas", con tan mala suerte que en ninguno lo encontré. Una disculpa). FIN.

         MIRADOR.

                   Por Armando FUENTES AGUIRRE.

         Le pregunté a la madre agua:

         -¿Dónde andabas?

         -He estado en muchas partes -respondió-. En la nube. En la lluvia. En el arroyo. En el río. En el mar. En los hielos del Ártico. Y otra vez en el mar, en el río, en el arroyo, en la lluvia y la nube...

         Le dije:

         -Me parece haberte visto antes.

         Contestó:

         -Soy la misma agua de la acequia en que mojaste tus pies cuando eras niño. Y tú ¿dónde has estado?

         -Nunca he salido de aquí.

         -Es lo que crees. También has andado en muchas partes, aunque no te acuerdes. El agua que hay en el mundo es la misma agua que había al principio del mundo. El espíritu que hay en el mundo es mismo espíritu que había al principio del mundo, y aun antes del principio del mundo. A mí también me parece haberte visto antes de que fueras el niño que mojabas tus pies en la acequia.

         ¡Hasta mañana!... G

MANGANITAS.

Por AFA.

". En algunos países árabes el hombre no conoce a su mujer sino hasta que se casa con ella.".

         Esa noticia leí,

         y desde luego declaro

         que nada tiene de raro:

         lo mismo sucede aquí.