La resurrección de las momias

La resurrección de las momias gracias a los nuevos libros de texto

Pareciera título de película del Enmascarado de Plata, pero se trata de algo mucho más serio: La virulenta reacción conservadora ante los Libros de Texto Gratuitos (LTG) con que arranca la Nueva Escuela Mexicana (NEM) para el siguiente ciclo escolar. Uno más de los compromisos de campaña del Presidente López Obrador en proceso de ser cumplido para la transformación de la realidad nacional.

Una organización de fachada de la derecha mexicana llamada Unión Nacional de Padres de Familia A. C. abandonó su acostumbrada catacumba para poner el grito en el cielo por los contenidos de los LTG, por considerarlos afrentosos a la salud mental de los niños y las niñas, “promotores de la homosexualidad” y comunizantes. Afanosamente los practicantes del nado sincronizado político y periodístico se soltaron cual jauría a secundar la alarma, incluso el estentóreo lector de noticias de TV Azteca, Javier Alatorre, se lució anunciando el Apocalipsis del comunismo sembrado en la mentalidad infantil. También asomó su larga cola el Poder Judicial otorgando el amparo suspensivo a la UNPF  solicitante; nuevamente la concebida lluvia de amparos se vislumbra para lo inmediato.

La NEM, incorporando probadas experiencias desde Montesori hasta Paulo Freire, se diseña para ofrecer una formación integradora del educando con su realidad; transforma los programas de asignaturas departamentalizadas (gramática, aritmética, geografía, etc.)  por una concepción humanista en la que todas esas asignaturas se incorporan al analizar y comprender la realidad concreta que viven los alumnos, conforme a la cual la lectura y la escritura se imbrican con la geografía y la historia, igual que con la aritmética y la biología, de manera de ofrecer el significado y la utilidad de todos y cada uno de los conocimientos. La NEM coloca en el centro de su desempeño al ser humano en su entorno social y natural, como lo que hay que aprender para respetar e interactuar.

Conocerse el ser humano implica, desde luego, su anatomía y su comportamiento; aborda la sexualidad sin aberración pecaminosa alguna sino como parte de su naturaleza. Es claro que esto es anatema para los fundamentalistas religiosos que afirman que la Tierra es plana y que el sexo es un defecto del diseño divino, necesario exclusivamente para la reproducción. Quienes protestan por esta educación suponen a sus hijos ajenos a las Barbys y a la pornografía cinematográfica y demás basura mediática.

La realidad a conocer obliga a entender sucesos influyentes, como las represiones y los fraudes electorales del pasado reciente; ignorarlos es pretender tapar el sol con un dedo. La historia es la maestra de la vida. También es importante subrayar la solidaridad y el amor al prójimo para la procuración de la felicidad, alimentando la ética, la lógica y los elementos de la filosofía que conducen al conocimiento del ser humano, el rechazo al clasismo y al racismo, así como el respeto al diferente.

No puedo creer que, en pleno siglo xxi, haya quienes convoquen a quemar libros, como lo hacen las momias de la UNPF y del Partido Acción Nacional que, por cierto, fueron convocados a las reuniones en que estos temas fueron debatidos. Tal mentalidad, anclada en el oscurantismo medieval, es la que ha detenido el desarrollo afirmativo de la sociedad mexicana y provocado la auto denigración secular.

Se propuso la transformación de la vida pública y la gente la respalda masivamente, tanto en elecciones, como en consultas y encuestas. La educación es el instrumento transformador por excelencia. Tendrá que ser efectivamente gratuita, laica y de calidad; lo contrario sería atascarnos en el lodazal de la ignorancia generalizada.

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